Habacuc: La esperanza en Dios nos sostiene en tiempos difíciles | Personajes Bíblicos
En un mundo donde la injusticia y la maldad parecen prevalecer, muchos se preguntan: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué permite el sufrimiento?
Estas preguntas no son nuevas; el profeta Habacuc también las expresó hace más de 2,600 años.
Dios no está indiferente ante la injusticia
En Habacuc 1:2, el profeta clama a Dios con angustia: «¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás? ¿Y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?» Habacuc veía la corrupción y la maldad en su nación, y se sentía impotente. Sin embargo, Dios le responde que Él sí está obrando, aunque de maneras que el ser humano no siempre comprende (Habacuc 1: 5).
Nuestra perspectiva vs. la perspectiva de Dios
Como seres humanos, vemos la realidad desde una perspectiva limitada, pero Dios tiene el control absoluto. A veces, su respuesta no es inmediata ni coincide con nuestras expectativas, pero siempre es perfecta. En Habacuc 2: 3, Dios dice: «Aunque parezca tardar, espéralo; porque sin duda vendrá, no tardará.» Aquí aprendemos una gran lección: Dios nunca llega tarde. Su tiempo es el mejor.
El justo vivirá por la fe
Dios le recuerda a Habacuc que su pueblo debía vivir por fe: «Mas el justo por su fe vivirá.» (Habacuc 2: 4). Esta frase, citada en el Nuevo Testamento, es clave en la vida cristiana. Nos enseña que no debemos depender de lo que vemos, sino de nuestra confianza en Dios.
Habacuc pasa de la queja a la adoración
En el capítulo 3, el profeta deja de quejarse y empieza a adorar: «Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos… con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.» A pesar de las dificultades, Habacuc decide confiar y regocijarse en Dios.
