La Palabra para Hoy – Gálatas 5:16

Devocional: Andad en el Espíritu

Lectura Bíblica:
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.”
— Gálatas 5:16

Reflexión:
La Biblia utiliza el término “carne” para referirse a nuestra naturaleza humana caída, aquella que está inclinada al egoísmo, al pecado y a la separación de Dios. Adán, el primer hombre, fue creado como un ser terrenal y carnal, mientras que Cristo, el segundo hombre, es celestial y espíritu vivificante. La vida en la carne busca satisfacer el yo, mientras que la vida en el Espíritu nos guía a vivir para la gloria de Dios.

El egoísmo muere cuando conocemos y abrazamos la vida de la cruz. En ese momento, el mundo pierde su poder sobre nosotros, y nosotros dejamos de vivir para el mundo. La cruz nos enseña a aceptar las circunstancias, sean dolorosas o decepcionantes, con mansedumbre y confianza en Dios. La verdadera vida espiritual no busca defender derechos personales ni caer en hipersensibilidades, sino preguntarse: ¿Cómo esto glorifica a Cristo?

Cristo nos dio el ejemplo máximo de mansedumbre y humildad. Fue llevado como un cordero mudo al matadero, sin abrir su boca. Así, la crucifixión del yo alcanza su plenitud cuando aceptamos su sacrificio y nos sometemos a la soberanía de Dios en todas las áreas de nuestra vida.

No se trata de cuánto sabemos o debatimos teología, sino de cuánto nuestra experiencia con Cristo nos transforma. Si nuestra fe no nos hace más humildes, más mansos y más santos, no hemos comprendido verdaderamente lo que significa seguir a Jesús. La vida de la cruz nos llama a aceptar la disciplina soberana de Dios y vivir con paz y dominio propio en medio de las contrariedades.

Oración:
Señor, ayúdame a andar en el Espíritu y a crucificar mi yo. Enséñame a vivir para tu gloria, aceptando con mansedumbre las circunstancias que permites en mi vida. Que mi vida refleje humildad, santidad y amor, y que todo lo que haga sea para glorificarte a Ti. Amén.

Desafío del Día:
Examina una situación difícil que enfrentes hoy y pregúntate: ¿Cómo puedo glorificar a Cristo en esto? En lugar de enfocarte en cómo te afecta personalmente, entrégaselo a Dios y actúa con humildad y dominio propio.

Que Dios te bendiga.