Venciendo Las Tentaciones // Miguel Díez

Venciendo Las Tentaciones // Miguel Díez

Lo que dice la Biblia sobre las tentaciones: Entendiendo la lucha espiritual

La tentación es un tema recurrente en las Escrituras y un desafío constante para los creyentes. La Biblia nos enseña sobre las diversas formas en las que Satanás y nuestras propias debilidades intentan apartarnos de la voluntad de Dios. Este artículo explorará lo que la Biblia dice sobre las tentaciones, cómo reconocerlas y cómo resistirlas con la ayuda de la fe y la oración.

La tentación de dudar de Jesucristo

Una de las tentaciones más peligrosas es la de dudar de la divinidad de Jesucristo. Esta duda puede ser tan destructiva que puede llevar a la condena eterna. La tentación de dudar de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios y el Salvador de la humanidad es una estrategia que Satanás usa para desviar a los creyentes de la fe verdadera. La fe no se basa en razones humanas, sino en la confianza plena en la palabra de Dios:
“Y todo espíritu que no confiesa que Jesús ha venido en carne, no es de Dios; este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” (1 Juan 4:3).

Las tentaciones de Satanás

Satanás ofrece diversas tentaciones que pueden parecer atractivas en el momento, pero son trampas espirituales. La Biblia nos habla de cómo Satanás tentó a Jesús con el éxito, la gloria, las riquezas y el poder:
“Otra vez le lleva el diablo a un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo y la gloria de ellos; y le dice: Todo esto te daré, si postrándote me adoras.” (Mateo 4:8-9).
Estas tentaciones se presentan como oportunidades de bienestar, pero en realidad buscan desviar el corazón de las personas de Dios. Es importante recordar que nuestras debilidades y deseos carnales pueden abrir puertas a estas tentaciones, pero Dios no es el autor de ellas.
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie.” (Santiago 1:13).

La tentación de no socorrer a los enemigos

En momentos de persecución y dificultad, podemos ser tentados a no perdonar a nuestros enemigos. Sin embargo, Jesús nos enseña a amar a nuestros enemigos y a bendecir a aquellos que nos maldicen:
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” (Mateo 5:44).
Esta tentación de no mostrar misericordia puede corromper nuestro corazón, pero la Biblia nos llama a seguir el ejemplo de Cristo, quien oró por sus verdugos.

La tentación de aceptar regalos indebidos

El relato del profeta en 1 Reyes 13 nos muestra cómo la tentación puede venir a través de regalos indebidos. El profeta se negó a aceptar la comida y los regalos del rey Jeroboán, siguiendo las instrucciones de Dios. Sin embargo, otro profeta lo engañó, y el profeta desobedeció, lo que resultó en su muerte. Este ejemplo nos recuerda que desobedecer a Dios, incluso bajo la presión de una tentación aparentemente inocente, puede tener consecuencias graves.
“Entonces le dijo el rey: Ven a casa conmigo, y come, y te daré un presente. Y el varón de Dios dijo al rey: Si me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar.” (1 Reyes 13:7-8).

La tentación de desobedecer a Dios

La obediencia a Dios es fundamental para la vida cristiana. En 1 Reyes 13, un profeta recibió instrucciones claras de no comer ni beber en un lugar específico, pero fue engañado por un falso profeta y desobedeció. Este acto de desobediencia le costó la vida. La Biblia nos enseña que debemos ser fieles a lo que Dios nos ha ordenado, sin ceder ante la tentación de confiar en el hombre en lugar de en la palabra de Dios.
“Pero el hombre de Dios no escuchó a la palabra de Dios, sino que desobedeció el mandamiento que el Señor le había dado; y fue a su casa y comió y bebió allí.” (1 Reyes 13:21).
“No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.” (Proverbios 30:6).

La tentación del orgullo y la vanagloria

El orgullo es otra forma de tentación que puede desviarnos del propósito de Dios. En el ministerio cristiano, es fácil caer en la tentación de sentirse más importante que los demás debido a dones espirituales o logros personales. La Biblia nos recuerda que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes:
“Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” (Santiago 4:6).
Debemos mantenernos humildes y fieles al mensaje de Cristo, sin permitir que el orgullo y la vanagloria nos alejen de su voluntad.

El propósito de las tentaciones

Dios permite las tentaciones y pruebas en nuestra vida para que podamos crecer en fe, madurez espiritual y fortaleza. Las tentaciones son oportunidades para demostrar nuestra fidelidad a Dios, y aunque Satanás intenta usarlas para nuestro mal, Dios las utiliza para nuestro bien.
“Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28).
Debemos estar conscientes de que, aunque la tentación es parte de la vida cristiana, no estamos solos en la lucha. Dios es fiel y nos da la gracia para resistirlas.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir.” (1 Corintios 10:13).

Las cuatro tentaciones principales

Las Escrituras mencionan cuatro áreas principales donde los siervos de Dios pueden ser tentados: finanzas, fama, relaciones y familia. Estas áreas son frecuentemente lugares donde Satanás busca destruir nuestra fe y dedicación a Dios. Es crucial vigilar estas áreas y mantener nuestros corazones alineados con la voluntad de Dios.
“Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males; el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y se traspasaron a sí mismos con muchos dolores.” (1 Timoteo 6:10).

La liberación de la tentación

En 2 Pedro 2:9, se nos recuerda que “el Señor sabe librar de tentación a los piadosos.” A través de la oración y la dependencia de la gracia de Dios, podemos superar las tentaciones. Jesús mismo fue tentado en el desierto, pero resistió y nos mostró el camino a seguir:
“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.” (Mateo 4:10).
La oración, como la que Jesús hizo en Getsemaní, es esencial para no caer en tentación:
“Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41).

Conclusión

La tentación es una parte inevitable de la vida cristiana, pero no estamos sin recursos para resistirla. La Biblia nos enseña a reconocer las tentaciones, a confiar en la gracia de Dios y a mantenernos firmes en la fe. A medida que luchamos contra las tentaciones, recordemos que Dios está con nosotros, dándonos la fuerza para vencer y crecer en nuestro caminar cristiano.

Miguel Díez

Presidente de la ONG Remar Internacional y la iglesia Cuerpo de Cristo.

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