Ezequiel: Los tiempos de Dios son perfectos | Personajes Bíblicos

En nuestra vida cotidiana, muchas veces nos encontramos luchando contra la impaciencia y el deseo de que las cosas sucedan en el momento y la manera que deseamos.

Sin embargo, como cristianos, debemos recordar que los tiempos de Dios son perfectos. Esto no es solo una frase de consuelo, sino una verdad profunda que nos invita a confiar plenamente en Su plan para nuestras vidas.

*Dios ve lo que nosotros no podemos ver*

Dios es eterno y omnisciente; Él conoce el principio y el final de todas las cosas. Mientras nosotros solo podemos ver el presente y quizás soñar con el futuro, Dios ve el panorama completo. Por eso, lo que puede parecer un retraso para nosotros, es en realidad parte del plan perfecto que Él está orquestando.

En Eclesiastés 3: 11 leemos: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.” Esto nos enseña que cada evento tiene un propósito y que, aunque no entendamos el porqué o el cuándo, debemos confiar en Su sabiduría infinita.

*La paciencia produce fe*

Esperar en los tiempos de Dios no es fácil, pero es un ejercicio de fe. En esos momentos, Él nos moldea, nos enseña a depender de Su gracia y a crecer en madurez espiritual. Como dice Isaías 40: 31: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”

La espera no es un tiempo perdido, sino un periodo de preparación. Dios nunca llega tarde; siempre actúa en el momento preciso.

*El ejemplo de Jesús*

En la vida de Jesús vemos claramente cómo los tiempos de Dios se cumplen con precisión divina. Su nacimiento, ministerio, muerte y resurrección ocurrieron en el momento justo, conforme al plan eterno del Padre.

Si Jesús, siendo el Hijo de Dios, se sometió a los tiempos del Padre, ¿cuánto más nosotros debemos hacerlo?