La Lección del Buen Samaritano // Charlas Bíblicas

La Lección del Buen Samaritano // Charlas Bíblicas

En esta charla, Miguel Díez y Ramón Ubillos nos invitan a reflexionar sobre el verdadero amor al prójimo a través de la parábola del Buen Samaritano.

El llamado a la compasión

Desde los tiempos de la iglesia primitiva, uno de los aspectos fundamentales del evangelio ha sido el cuidado de los más necesitados. Sin embargo, con el paso del tiempo, muchas iglesias se desviaron de esta misón y se centraron en el conocimiento filosófico, olvidando la esencia del amor práctico hacia los desfavorecidos. La fe cristiana no es solo conocimiento, sino acción en favor del prójimo.

La enseñanza de Jesús sobre el prójimo

Cuando un fariseo preguntó a Jesús “¿Quién es mi prójimo?”, el Maestro respondió con la parabóla del Buen Samaritano. Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó fue atacado y dejado al borde de la muerte. Tanto un sacerdote como un levita lo ignoraron, pero un samaritano se acercó, lo atendió y se hizo cargo de su recuperación.

Esta historia ilustra que el verdadero amor no es solo palabras o intenciones, sino acción. Implica sacrificio, entrega y una disposición genuina de servir a los demás.

La fe sin obras está muerta

En la carta de Santiago se nos recuerda que “la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). Amar a Dios significa también amar al prójimo, y ese amor se refleja en actos concretos. No basta con decir que creemos en Dios; es necesario demostrarlo con hechos de amor, misericordia y ayuda a los necesitados.

El egoísmo, el mayor enemigo del amor

Muchos justifican su falta de ayuda diciendo: “No es mi responsabilidad”, “El gobierno debe ocuparse” o “Los pobres están así por sus malas decisiones”. Sin embargo, estas excusas solo reflejan un corazón endurecido. El evangelio nos llama a negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguir a Cristo (Mateo 16:24). Esto significa dejar el egoísmo y vivir para servir a los demás.

La bendición de dar

Jesús dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Aquellos que han servido en misiones humanitarias o en obras de caridad pueden testificar que ayudar a otros trae una satisfacción profunda y una alegría incomparable. No se trata solo de asistir a los demás, sino de experimentar la plenitud del amor de Dios en nuestras vidas.

¡Actúa hoy!

El llamado es claro: no pasemos de largo ante el sufrimiento ajeno. Existen muchas formas de ayudar: desde apadrinar a un niño a través de Remar Pan, hasta donar un vehículo para las misiones o dedicar tiempo como voluntario. Todo pequeño acto de amor cuenta.

Miguel Díez

Presidente de la ONG Remar Internacional y la iglesia Cuerpo de Cristo.

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