La Palabra para Hoy – Efesios 1:22
“Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.” — Efesios 1:22
El valor que Dios da a la iglesia
Existen cristianos que no valoran a la iglesia. Dicen que no necesitan pertenecer a una congregación para servir al Señor y viven una fe independiente, guiados solo por su propia voluntad. Sin embargo, la Palabra de Dios otorga a la iglesia un valor supremo. La coloca justo debajo de Cristo, quien es la cabeza de todas las cosas.
La iglesia: organismo vivo e interdependiente
Aunque la iglesia debe organizarse para cumplir con las leyes y las autoridades, no deja de ser un organismo vivo. Es una comunidad de interrelación e interdependencia donde los creyentes crecen juntos en la fe.
Donde se practica la vida cristiana
La Biblia nos enseña a sujetarnos los unos a los otros. ¿Dónde podemos practicarlo si no es en la iglesia?
Nos pide soportarnos mutuamente. ¿Dónde podemos aprender esa paciencia y amor si no es en la comunidad de fe?
Nos llama a sobrellevar las cargas los unos de los otros. ¿Dónde se cumple ese mandato si no es en la iglesia?
Valorar la iglesia es valorar a Cristo
Quien no valora la iglesia, no valora al propio Cristo, porque la iglesia es su cuerpo. No discernir el valor de la iglesia es no discernir el cuerpo del Señor. Cristo y su iglesia son inseparables.
La iglesia: embajada del Reino de Dios
La iglesia es la base desde donde salen los embajadores de Cristo hacia el mundo. Es una colonia celestial que Dios plantó en la tierra para extender su reino. Es su embajada, y cada creyente es parte activa de su misión.
Un llamado a la reflexión
Si eres un creyente aislado, sin compromiso con una comunidad cristiana, examina tu corazón. Puede haber orgullo encubierto, rebeldía disimulada o una falsa espiritualidad que evita rendir cuentas. Dios nos creó como seres sociales; nos necesitamos unos a otros para crecer y servir.
Conclusión
Amar a la iglesia es amar a Cristo. Valorarla es reconocer la obra que Él hace en medio de su pueblo. Cada cristiano necesita de los demás para cumplir el propósito de Dios. Que el Señor te bendiga y te guíe a amar y servir con alegría en su iglesia.
