La Palabra para Hoy – Mateo 18:20
La presencia de Cristo en la congregación
La presencia de Cristo en la iglesia se basa en la promesa de su palabra: “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Esta declaración revela que el Señor no necesita grandes multitudes ni templos majestuosos para manifestarse; basta con un corazón sincero y una reunión en su nombre. La comunión de los creyentes es el lugar donde Cristo se hace presente, fortaleciendo, consolando y guiando a su pueblo.
La insatisfacción de un creyente antiguo
Un antiguo cristiano, que asistió fielmente a la iglesia durante treinta años, expresó su descontento porque, según él, no recordaba la mayoría de las predicaciones que había escuchado. Pensaba que tanto su asistencia como el esfuerzo de los pastores eran inútiles. Esta reflexión, que fue compartida públicamente, despertó gran interés y debate entre los lectores de un periódico local.
Una respuesta sabia y necesaria
Entre las cartas que respondieron a aquella crítica, una destacó por su sabiduría. El autor comparó la asistencia a la iglesia con el acto de alimentarse. Dijo que, aunque nadie recuerda cada plato que ha comido a lo largo de los años, cada comida ha sido necesaria para mantener el cuerpo sano y fuerte. De igual manera, aunque no recordemos todas las predicaciones, cada palabra escuchada alimenta el alma y sostiene la fe del creyente en el caminar diario.
La necesidad de congregarse
La respuesta publicada recordaba que asistir a la iglesia no es una costumbre vacía, sino una necesidad espiritual. Así como el cuerpo sin alimento se debilita, el alma sin la comunión y sin la palabra se marchita. El apartarse de la congregación puede llevar a un estado de sequedad espiritual y emocional, afectando no solo al creyente sino también a su familia y entorno.
El amor por la casa de Dios
Todo hombre o mujer nacido de nuevo ama la congregación, porque en ella se siente la presencia viva de Dios y se experimenta el gozo de la comunión fraternal. La falta de deseo por congregarse puede ser señal de pereza espiritual, rebeldía o ignorancia del valor que tiene estar en la presencia de Dios. David expresó esta verdad con profunda convicción al decir: “mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos”. En la casa de Dios encontramos fortaleza, propósito y la presencia incomparable de Cristo en medio de su pueblo.
