Nabucodonosor: De la Soberbia a la Humildad | Personajes Bíblicos
La Biblia narra en el libro de Daniel cómo el orgullo de Nabucodonosor llevó a su caída y humillación. En Daniel 4, se relata un sueño profético que tuvo Nabucodonosor y cómo Daniel lo interpretó.
El sueño describía un gran árbol que llegaba hasta el cielo y proporcionaba refugio y alimento a muchas criaturas. Sin embargo, un vigilante celestial ordenó que el árbol fuera cortado, dejando solo el tronco y las raíces.
Daniel interpretó el sueño, advirtiendo a Nabucodonosor que el árbol representaba a él y su reino. Debido a su orgullo y falta de reconocimiento de que su poder venía de Dios, el rey sería humillado, perdiendo su reino y viviendo como una bestia del campo hasta que reconociera la soberanía de Dios.
La Humillación de Nabucodonosor
La advertencia se cumplió. En Daniel 4: 30-33, se relata cómo, en un momento de orgullo, Nabucodonosor proclamó: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad?”.
En ese instante, una voz del cielo declaró que su reino le sería quitado y que viviría entre los animales hasta que reconociera que “el Altísimo gobierna el reino de los hombres y que a quien él quiere lo da”.
Nabucodonosor fue inmediatamente destituido de su posición, y vivió en el campo, comiendo hierba como los bueyes y siendo bañado por el rocío del cielo. Esta humillación duró siete años, hasta que él levantó sus ojos al cielo y reconoció la soberanía de Dios.
Reconocimiento y Restauración
Después de este periodo de humillación, Nabucodonosor recuperó su razón y su reino fue restaurado. En Daniel 4: 34-37, Nabucodonosor alabó y glorificó al Dios del cielo, reconociendo que todos sus caminos son justos y que él puede humillar a los que andan con soberbia.
Esta historia no solo muestra el poder de Dios para humillar a los orgullosos, sino también su misericordia al restaurar a aquellos que se arrepienten.