Salmos 86 // Inclina tu oído: La Oración que Dios No Ignora
En la charla bíblica con Daniel Díez y Willy López, se abordó el Salmo 86 desde una perspectiva actual, analizando su mensaje y cómo sigue siendo relevante en nuestra vida cotidiana. Este salmo de David es una oración sincera de clamor a Dios en tiempos de angustia, reflejando la confianza en su misericordia y fidelidad.
La búsqueda de Dios en un mundo escéptico
Vivimos en un mundo donde la ciencia se presenta como la única verdad absoluta. Sin embargo, no es infalible y sigue sin responder preguntas esenciales sobre la existencia y el propósito de la vida. Muchas personas hoy en día buscan respuestas en la tecnología, la filosofía o el conocimiento humano, dejando de lado la posibilidad de que haya un Dios que los escuche. En este contexto, la fe en Dios sigue siendo una opción válida y necesaria. Como dice el Salmo 86:1, “Inclina tu oído, oh Señor, y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado”. Dios no es un concepto abstracto, sino alguien cercano que escucha nuestras oraciones y responde en su tiempo.
La lucha entre el bien y el mal
El ser humano tiene una tendencia natural hacia lo malo. La maldad se propaga rápidamente, mientras que lo bueno cuesta más influenciar. La sociedad ha normalizado la violencia, el egoísmo y el materialismo. Vemos cómo la cultura de la inmediatez y el placer momentáneo han reemplazado la búsqueda genuina de la verdad y la justicia. Sin embargo, el Salmo 86 nos recuerda que Dios es “tardo para la ira y grande en misericordia” (v.15). Nos invita a confiar en Él en medio de la adversidad y a no dejarnos llevar por la corriente de maldad del mundo.
La relación con Dios y la verdadera adoración
Muchos buscan a Dios solo cuando tienen problemas, pero la relación con Él debe ser constante. La verdadera fe no se basa en lo que Dios puede darnos, sino en conocerlo y amarlo por quien es. El salmista reconoce en su oración que Dios es su refugio y salvación, mostrando una fe madura y genuina. En el versículo 11, dice: “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre”. Esta declaración nos recuerda que nuestra relación con Dios no debe estar basada en el miedo o la obligación, sino en una entrega sincera y voluntaria.
La importancia del agradecimiento y la confianza
En un mundo donde la queja es constante, el Salmo 86 nos enseña a agradecer y confiar en Dios. A pesar de las dificultades, el salmista proclama: “Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan” (v.5). Agradecer en todo momento nos ayuda a mantener una actitud positiva y a ver la mano de Dios obrando en nuestras vidas. La gratitud nos permite enfocarnos en lo que tenemos en lugar de lo que nos falta, recordándonos que Dios provee en todo momento.
Orar por nuestros enemigos
Uno de los aspectos más desafiantes del Salmo 86 es su llamado a orar por aquellos que nos hacen daño. En lugar de pedir venganza, el salmista pide que sus enemigos sean avergonzados al ver la obra de Dios en su vida. Esto refleja el corazón de Cristo, quien nos enseñó a bendecir y perdonar a nuestros perseguidores. Jesús mismo nos dio el ejemplo al decir en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. La verdadera grandeza de un creyente se demuestra en su capacidad de amar y perdonar a los que le hacen daño.
Dios está a nuestro favor
El Salmo 86 termina con una petición: “Mírame y ten misericordia de mí; da tu poder a tu siervo” (v.16). Nos recuerda que Dios nos fortalece en los momentos difíciles y nos sostiene con su amor. La vida está llena de pruebas y desafíos, pero Dios siempre está a nuestro lado. No estamos solos en nuestras luchas; cuando clamamos a Dios, Él nos escucha y nos da la fuerza para seguir adelante.
Aplicación en nuestra vida diaria
Este salmo nos anima a tener una vida de oración constante y sincera. Nos recuerda que podemos acudir a Dios en todo momento, ya sea en la alegría o en la aflicción. También nos exhorta a vivir con gratitud, confianza y un espíritu de perdón hacia los demás. La fe no es solo para los momentos difíciles, sino una relación diaria con nuestro Creador.
En conclusión, el Salmo 86 es un llamado a confiar en Dios, buscar su presencia y vivir con fe, sabiendo que Él nos escucha y nos sostiene en todo momento. Su misericordia es grande y su amor es inagotable. Cuando enfrentemos dificultades, recordemos que Dios está atento a nuestras súplicas y nos fortalece con su presencia. Así como el salmista clamó, nosotros también podemos decir: “Inclina tu oído, oh Señor, y escúchame”, con la certeza de que Dios responderá.