Angustia en el mundo: ¿Estamos viviendo lo que Jesús profetizó en Lucas 21?
En tiempos de incertidumbre y confusión, muchos se preguntan qué está ocurriendo en el mundo. Las guerras, los apagones, los fenómenos naturales inusuales y la creciente desesperanza en la sociedad han encendido las alarmas incluso en aquellos que no se consideran creyentes. ¿Estamos acaso viviendo los tiempos finales? ¿Existe una explicación espiritual a tanto sufrimiento y angustia?
En una reciente edición del programa «Tertulia de Amigos», Alejandro y Carlos Reyes abordaron estas preguntas a la luz de las Escrituras, centrándose especialmente en el evangelio de Lucas, capítulo 21. En este pasaje, Jesús responde a tres preguntas clave de sus discípulos sobre el futuro, la destrucción del templo y el fin del mundo. Estas respuestas, registradas también en Mateo 24, marcan una hoja de ruta profética que, según los ponentes, cobra vida ante nuestros ojos.
Apagones y señales en el cielo
Carlos menciona un evento reciente: un apagón generalizado que afectó a España, Portugal y el sur de Francia. Este hecho, aparentemente técnico, fue interpretado por una vecina no creyente como una señal del fin. Y es que, incluso los incrédulos, parecen percibir que «algo grande» está ocurriendo. Este sentir general de inseguridad e inestabilidad es un eco del versículo de Lucas 21:25:
«Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas.»
Estos “entonces” bíblicos no son simples conectores, sino marcadores proféticos. Señalan el inicio de una etapa distinta, un cambio en el curso de los tiempos. Las señales en los cielos, como las lunas de sangre, los eclipses o los cometas, no son nuevas en sí, pero hoy ocurren con una intensidad y frecuencia que generan preguntas.
Una humanidad angustiada
La angustia es, quizás, el mayor signo de estos tiempos. Carlos relata el caso de una madre que quedó atrapada en casa con su bebé durante el apagón, sin teléfono, sin luz, sin conexión alguna. El miedo y la incertidumbre se apoderaron de ella. Y como ella, miles viven hoy atrapados emocionalmente en el miedo: miedo a la guerra, al colapso económico, a los desastres naturales o simplemente a no poder seguir adelante.
La pandemia del COVID-19, las lluvias torrenciales en Valencia que dejaron más de 200 muertos, y los desastres naturales recurrentes, han dejado a la población emocionalmente vulnerable. Carlos menciona que, en algunas zonas afectadas, basta con que empiece a llover para que la gente entre en estado de pánico. El trauma colectivo ha dejado heridas que solo Dios puede sanar.
El temor a lo que viene
Lucas 21:26 profundiza:
«Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra…»
Esta expectación es la ansiedad constante ante lo desconocido, el miedo paralizante que se alimenta de las malas noticias. Basta encender el telediario o mirar las redes sociales para sentirse abrumado. Pocas veces se escucha una noticia buena o esperanzadora. Este clima informativo ha intensificado la sensación de que algo grande está por suceder, y que no hay refugio ni salida.
¿Qué respuesta nos da la Biblia?
A pesar del panorama sombrío, la Biblia no deja a sus lectores sin esperanza. En Lucas 21:28, Jesús da una instrucción clave:
«Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.»
Esta palabra es un llamado a no rendirse, a no mirar con los ojos del temor sino con fe. Las señales que vemos no son solo advertencias, sino también recordatorios de que el retorno de Cristo está cerca. El creyente no debe sucumbir al miedo, sino fortalecerse en la fe, porque nuestra esperanza no está en el sistema del mundo, sino en el Reino de Dios.
Conclusión
Estamos viviendo tiempos difíciles, sí. Pero también tiempos proféticos. Las Escrituras no ignoran nuestra realidad; la explican y nos preparan para enfrentarla con una perspectiva eterna. Jesús advirtió de estos tiempos no para asustarnos, sino para alertarnos y consolarnos. En medio de la angustia, la confusión y el caos, hay una voz que dice: “No temáis, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Hoy más que nunca, necesitamos mirar hacia arriba, buscar a Dios con sinceridad y recordar que, aunque el mundo tiemble, nuestra fe puede permanecer firme.