Cuatro Ángeles Maléficos Desatados – Palabras Proféticas Capítulo 69
El Sexto Ángel y el Río Éufrates
Las tres últimas copas de la ira de Dios traen consigo dolores, gritos y pánico entre los seguidores del último anticristo. Estas personas no tendrán escapatoria ante la justicia divina, y el arrepentimiento ya no será posible por estar desposeídos de la gracia de Dios, tal como se menciona en Apocalipsis 9:12-21.
El sexto ángel tocó la trompeta y se desataron cuatro ángeles que estaban atados junto al gran río Éufrates. Su misión era matar a la tercera parte de la humanidad, acompañados de un ejército de 200 millones de jinetes con corazas de fuego, zafiro y azufre.
Los caballos de este ejército tenían cabezas de león y de su boca salían fuego, humo y azufre, que mataron a la tercera parte de los hombres. Sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas con las que causaban daño.
A pesar de estas plagas, los hombres sobrevivientes no se arrepintieron de sus obras ni abandonaron la adoración a demonios y a las imágenes de oro, plata, bronce, piedra y madera. Tampoco dejaron de cometer homicidios, hechicerías, fornicación y hurtos.
El Reino de Salomón y su Simbolismo
Los cuatro principados diabólicos probablemente fueron atados por Dios junto al río Éufrates para impedir que estorbaran al reino de paz concedido a Salomón, cuyo reinado se extendía desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto.
El reino de Salomón es un símbolo bíblico del reinado de Cristo durante mil años desde Jerusalén sobre todo el mundo y los cielos. Este reinado se caracteriza por la constante mención del número mil, como en los mil holocaustos y miles de ofrendas de oro.
El rey David derrotó a Adad Ecer, hijo de Reob, rey de Soba, quien intentó recuperar su territorio hasta el río Éufrates, el cual ya había perdido ante David y estaba bajo el gobierno de Salomón.
De esta manera se completó el territorio prometido por Dios a Abraham para el emplazamiento de Israel, su pueblo escogido, tal como profetizó en Génesis 15:18. Esta promesa se cumplirá definitivamente en el tiempo señalado por Dios.
El Cumplimiento de las Profecías y Armagedón
El día en que Yahvé conquistará la territorialidad para dársela a Israel, como profetizó en Isaías 27 y 13, trillará desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y los hijos de Israel serán reunidos uno a uno.
Los cuatro ángeles satánicos inducirán a los gobernantes de las cuatro bestias del fin a enfrentarse entre sí, extendiendo plagas de fuego, humo y azufre, que matarán a la tercera parte de la humanidad pervertida.
La cuarta y última bestia, dirigida por Satanás, utilizará al último anticristo y al falso profeta para formar rápidamente un ejército de 200 millones de jinetes a caballo, con la participación de China, Rusia y otras naciones.
Todas las naciones supervivientes se unirán para ir contra Israel, reuniendo sus ejércitos en el valle de Jerreel, conocido como Armagedón, donde se librarán batallas infernales.
La Preparación para Armagedón
Cuando el sexto ángel derrame su copa, el río Éufrates se secará para abrir un camino ancho a las hordas del oriente, que se unirán al ejército del anticristo contra Israel, según Apocalipsis 16:12.
Dios dirige su creación y determina los cambios climáticos. Por ello, no se le puede culpar por el secado del río Éufrates, ya que Él lo deja seco para preparar el camino a millones de soldados que participarán en Armagedón.
El propósito de secar el río es facilitar el paso a 200 millones de soldados que se unirán a los que vienen del sur o del norte, formando parte de un plan diabólico para intentar destruir a Israel y enfrentar el juicio de Cristo.
La Llamada a la Preparación Espiritual
Es imperativo que cada persona escuche las palabras proféticas de Apocalipsis 16, que advierten que Jesús vendrá como ladrón. Bienaventurado es aquel que vela y guarda sus ropas, para no ser hallado desnudo y avergonzado.
Se debe vivir aferrado a Cristo, santificándose cada día, con un temor reverente y profundo respeto, y al mismo tiempo con un gozo inmenso por experimentar comunión con Él y ser invadido por el Espíritu Santo.
Se debe esperar ser arrebatado junto con los judíos, si aún no se ha fallecido, para completar el pueblo santo, la familia de judíos y gentiles como hijos de Dios, y así participar de la primera resurrección.
No se debe creer a ministros que afirman que Jesús puede arrebatar a la iglesia en cualquier momento. Las palabras proféticas se cumplirán en el tiempo determinado por Dios, y solo después comenzará el eterno presente de Su reino.
