La Falsa Paz – Voces de la Biblia
La Biblia nos advierte sobre un peligro que suele pasar desapercibido: la falsa paz. Jeremías, el profeta del arrepentimiento, denuncia en Jeremías 6:14:
«Sanaron la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.»
Estas palabras hieren porque revelan la realidad de aquellos que buscan tranquilidad donde solo hay engaño. En los tiempos de Jeremías, el pueblo de Israel se aferraba a la ilusión de seguridad, creyendo que todo estaba bien mientras el juicio de Dios se acercaba. Hoy, el mensaje es igual de relevante: muchas personas viven una paz aparente que no proviene de Dios, sino de distracciones, autoengaños o religiosidad superficial.
Qué es la falsa paz
La falsa paz es una ilusión que cubre heridas profundas sin sanarlas. Jeremías y Ezequiel la comparan con muros endebles cubiertos con barro: aparentan seguridad, pero por dentro el peligro avanza. Esta paz puede manifestarse de varias formas en nuestra vida cotidiana:
1. Distracciones que adormecen la conciencia: Algunos buscan calmar la voz de su alma a través de la música, el entretenimiento, el exceso de trabajo o redes sociales. Así como los adoradores de Moloc tapaban los gritos de los sacrificios con tambores y trompetas, el ser humano busca acallar su conciencia con ruido y actividad constante (Jeremías 6:14). Esta tranquilidad es superficial y temporal.
2. Promesas de cambio postergadas: Muchas personas dicen: “Buscaré a Dios cuando tenga más tiempo”, “cuando me jubile”, “cuando resuelva mis problemas”. Esta espera es una ilusión que nunca llega, como ocurrió con Faraón, quien prometía liberar al pueblo de Israel tras cada plaga, pero siempre endurecía su corazón (Éxodo 8–10). Esperar el momento perfecto para acercarse a Dios es un camino hacia la condenación.
3. Religión vacía: Cumplir rituales, asistir a la iglesia o compararse con otros no garantiza paz verdadera. Jesús dijo:
«Este pueblo me honra con los labios, mas su corazón está lejos de mí» (Mateo 15:8).
La religión externa sin transformación interna da una sensación de tranquilidad, pero no salva el alma ni produce comunión con Dios. Llenar los templos los domingos mientras se vive lejos de Cristo durante la semana es una falsa paz peligrosa.
Ejemplos bíblicos de falsa paz
La Escritura nos muestra varios ejemplos de cómo la falsa paz engaña incluso a quienes parecen fuertes y seguros:
• Saúl: Tras ser apartado del Espíritu de Dios, buscaba alivio en la música de David, pero su ansiedad regresaba. Quería anestesia, no sanidad; silencio en su conciencia, no obediencia a Dios (1 Samuel 16:14). Así también muchos hoy buscan distracciones para evitar confrontarse con el Espíritu de Dios.
• Sansón: Confiaba en su fuerza pasada y no en Dios. Cuando Dalila lo traicionó, pensó que podría salir como otras veces, pero no comprendía que el Espíritu lo había abandonado (Jueces 16:20). Aquellos que se aferran a experiencias pasadas sin una relación actual con Dios corren el mismo riesgo.
• Faraón: Cada vez que Egipto sufría una plaga, prometía libertad al pueblo de Israel, pero endurecía su corazón en cuanto cesaba el juicio (Éxodo 8–10). Esta tranquilidad momentánea no era verdadera paz, sino un espejismo.
• Falsos profetas en tiempos de Jeremías: Mientras Babilonia avanzaba, estos profetas afirmaban que todo estaba seguro por tener el templo y seguir rituales. Se apoyaban en lo externo, no en la obediencia a Dios (Jeremías 6:14). Jesús denunció siglos después a los fariseos por hacer lo mismo: aparentaban santidad, pero sus corazones estaban lejos de Dios (Mateo 23:27-28).
Cómo reconocer la verdadera paz
La verdadera paz solo se encuentra en Jesucristo. Él dijo:
«La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da» (Juan 14:27).
Esta paz no depende de circunstancias externas ni de la aprobación de los demás, sino de la reconciliación con Dios:
• Perdón de pecados: La paz auténtica surge al confesar nuestro pecado y recibir el perdón de Dios (Salmo 32:5). David experimentó descanso solo después de confesar su pecado:
«Mi pecado te declaré… y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Salmo 32:5).
• Confianza en la eternidad: Quien confía en Cristo puede enfrentar la muerte sin temor, porque sabe que su deuda fue cancelada en la cruz y que la victoria sobre la tumba está asegurada.
• Corazón firme en la tormenta: Esteban, apedreado hasta la muerte, pudo orar por sus verdugos:
«Señor, no les tomes en cuenta este pecado» (Hechos 7:60).
Solo alguien con la paz de Cristo puede actuar así, demostrando que la verdadera tranquilidad brota del perdón y la comunión con Dios.
Señales de falsa paz
Existen maneras de identificar si la paz que sentimos es falsa:
1. Evitar enfrentar el pecado: Muchos tratan de ignorar sus faltas, creyendo que la calma superficial es suficiente. David dice:
«Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día» (Salmo 32:3).
Ignorar el pecado no lo elimina, solo prolonga la angustia del alma.
2. Compararse con otros: La comparación con otros genera tranquilidad aparente, pero el estándar de Dios es la santidad de Cristo. Lucas 18 relata cómo el fariseo se justificaba comparándose con otros, mientras el publicano reconocía su pecado y era justificado.
3. Buscar predicadores complacientes: No toda palabra que consuela viene de Dios. Pablo advierte que habrá quienes rechacen la sana doctrina y busquen maestros que digan lo que desean oír (2 Timoteo 4:3). La verdadera paz nace de la confrontación con la Palabra, no de mensajes que endulzan la conciencia.
4. Posponer el arrepentimiento: Creer que habrá un “mañana” seguro es un engaño. Cada retraso endurece el corazón. Félix escuchó a Pablo y prometió reflexionar después, pero nunca lo hizo (Hechos 24:25). La oportunidad de arrepentirse es hoy, como lo hizo el ladrón en la cruz:
«Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino» (Lucas 23:42).
Consecuencias de la falsa paz
La falsa paz puede sostenernos en momentos de alegría o comodidad, pero no resistirá el juicio final. Los ministros que predican tranquilidad donde debe haber convicción enfrentarán severo juicio (Ezequiel 13:22). Asimismo, los individuos que se engañan a sí mismos creyendo estar en paz mientras viven en pecado se arriesgan a perder la eternidad.
Es fundamental no conformarse con sustitutos de la paz. La verdadera tranquilidad del alma no depende de circunstancias, distracciones ni religiosidad superficial. Solo Cristo ofrece una paz que permanece en la tormenta, que acompaña hasta la muerte y que transforma desde dentro.
Aplicación práctica
Hermano, examínate a ti mismo. La paz superficial puede parecer agradable, pero no protege del peligro. Lamentaciones 3:40 nos exhorta:
«Examinemos nuestros caminos, y volvamos a Jehová.»
Pregúntate con sinceridad: ¿De dónde viene la paz que sientes en tu corazón? ¿Es de Dios o de las apariencias?
• Si tu paz depende de ignorar tus pecados, enfréntalos ante Dios.
• Si depende de compararte con otros, mira hacia Cristo y su santidad.
• Si depende de un predicador complaciente, busca la Palabra que confronta y transforma.
• Si dependes del mañana para arrepentirte, hazlo hoy.
Oración final
Señor y Dios nuestro,
hoy reconocemos que muchas veces hemos buscado paz en lugares equivocados: en las distracciones, en promesas humanas, en la religión vacía. Perdónanos por conformarnos con consuelo superficial mientras nuestra alma sigue enferma. Despiértanos del sueño del engaño, quiebra toda falsa seguridad y llévanos a los pies de Cristo. Danos la paz verdadera, la que brota del perdón de nuestros pecados, la que permanece en la tormenta y en la hora de la muerte. Amén.

