Noé: La FE que Necesitamos Hoy // Voces de la Biblia

Noé: La FE que Necesitamos Hoy // Voces de la Biblia

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La fe que necesitamos en estos tiempos difíciles se puede encontrar en el ejemplo de Noé. Él escuchó la voz de Dios cuando el mundo guardaba silencio y perseveró hasta ver cumplida la promesa. Su vida se resume en Hebreos 11:7, que lo presenta como uno de los héroes de la fe junto a Abel y Enoc, y su vida fue una fe activa, perseverante y probada en el tiempo más oscuro de la humanidad. Noé no solo es un personaje antiguo, sino un espejo para todo creyente que desea vivir fielmente en medio de una generación incrédula. Su fe se tradujo en acción porque creyó en el Dios invisible y confió plenamente en Su palabra. La fe es el principio de toda relación con Dios, y todo lo demás, como el temor y la obediencia, surge de ese principio, tal como enseña Romanos 1:17: «el justo por la fe vivirá».

La naturaleza de la fe

La fe de Noé comenzó en su hogar, en su trabajo y en su obediencia diaria. No se improvisa en la crisis, sino que se cultiva día a día. La fe verdadera no se limita a los momentos de necesidad o al domingo, sino que se manifiesta en cómo confiamos en Dios para el pan diario, para la familia y para las decisiones pequeñas. La fe que sostiene en el diluvio es la que primero se ejercita en la rutina. Además, debemos creer en lo que aún no se ve, tal como lo hizo Noé, quien fue advertido de cosas que nunca había presenciado y aun así creyó en la palabra de Dios. La esencia de la fe es precisamente esa: creer en lo que no se ve. Aunque un día Jesús volverá y toda rodilla se doblará, muchas veces debemos mantener la fe sin ver aún la obra, la respuesta o la promesa de Dios.

El temor de Dios y la obediencia

La fe genuina se sostiene en la promesa de Dios y no en la evidencia visible. Noé creyó en la palabra de Dios sin pruebas científicas ni señales de la lluvia que se avecinaba. Su fe produjo un temor reverente, que no es miedo servil, sino respeto santo por la santidad y justicia de Dios. Este temor no paraliza, sino que mueve a actuar. Para Noé, el temor de Dios pesaba más que la burla de los hombres; durante 120 años predicó y construyó el arca, demostrando que el temor santo produce obediencia, pureza y perseverancia. No temió al juicio, sino al Dios que lo anunció, y actuó con diligencia siguiendo las instrucciones divinas al pie de la letra, como se puede leer en Génesis 6:14-16. Su obediencia fue total y no condicional, construyendo el arca en tierra seca, lo que requirió perseverancia, recursos y paciencia sobrenatural. Cada golpe de martillo era una predicación silenciosa de fe. Además, Noé continuó su obra bajo la burla de los hombres, mostrando que la obediencia prolongada es el sello de la verdadera fe.

Separación del mundo y salvación

La separación del mundo es una señal de salvación. Noé fue apartado no por orgullo, sino por gracia, y el arca no tenía puertas traseras, lo que simboliza que entrar significaba morir al mundo y vivir para Dios. La venida del Hijo del Hombre será similar a los días de Noé, como se describe en Mateo 24:37-39, donde la gente continuaba con su vida cotidiana hasta que vino el diluvio y solo los que estaban en el arca fueron salvados. Para el creyente, entrar en Cristo, el verdadero arca, ofrece seguridad. Tras el diluvio, Noé y su familia salieron a un nuevo mundo y lo primero que hizo fue levantar un altar en adoración, demostrando que la fe lo había sostenido, su temor lo había movido y su obediencia lo había salvado. Como dice Hebreos 11:7, por su fe condenó al mundo y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe.

Aplicaciones para los cristianos de hoy

La primera aplicación es creer a Dios aunque nadie más lo haga, como lo hizo Noé. Su fe no dependía del apoyo humano sino de la palabra divina. La relación con Dios no depende de la iglesia ni del consenso social; un hijo de Dios enfrenta corrientes ideológicas, incredulidad académica y apatía espiritual, pero la fe auténtica depende de la convicción. La fe que agrada a Dios no necesita pruebas visibles, sino una palabra firme de Él. Es fundamental temer a Dios más que al juicio del mundo, reconociendo Su grandeza, justicia y pureza, y dejando que esa conciencia guíe nuestras decisiones. Obedecer a Dios, aunque el mundo se burle, demuestra amor y fidelidad, como lo hizo Noé al construir el arca sin alterar el diseño ni buscar atajos. La separación del pecado es necesaria para entrar en Cristo; así como el arca fue un acto de separación, entrar en Cristo implica dejar atrás los valores del mundo. La perseverancia es esencial: Noé esperó 120 años sin ver una sola gota de lluvia, y su paciencia fue clave para recibir la promesa de Dios. La fidelidad prolongada es señal de fe genuina, y construir y permanecer en el arca simboliza seguir creyendo y obedeciendo cuando nadie más lo hace.

Construyendo arcas de fe

Los cristianos están llamados a construir arcas de fe en sus hogares y comunidades, refugios donde Dios sea el centro y Su palabra la guía. La fe de Noé nos desafía a mantenernos firmes en medio de una generación incrédula. Dios busca hombres y mujeres que edifiquen estas arcas de fe en hogares santos, iglesias unidas, discípulos firmes y corazones rendidos, para que al regreso de Cristo nos encuentre creyendo, temiendo y obedeciendo. La voz de Dios se revela a quienes caminan con fe y comunión, hablándonos a través de la Biblia, del Espíritu Santo y de las circunstancias de la vida. La fe actúa como el oído del alma, permitiéndonos reconocer Su voluntad incluso cuando las señales son sutiles. Las puertas cerradas, las pérdidas o las bendiciones inesperadas pueden ser la forma en que Dios nos guía hacia Su plan. Su llamado no es para asustar, sino para salvar e invitar a entrar en Cristo, nuestro arca de salvación.

Conclusión y oración

Noé no fue perfecto, pero su fe le permitió ver lo imposible, soportar lo insoportable y alcanzar lo imposible. Cada creyente está llamado a caminar con Dios aunque el mundo se hunda en incredulidad. La fe que salvó a Noé sigue disponible hoy en Cristo Jesús, quien es el arca de nuestra salvación. En Él somos protegidos de la ira venidera y trasladados a una nueva creación, como se menciona en Romanos 10:17, donde se dice que la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios. Se ora para que se aumente la fe, para creer lo que no se ve, obedecer a Dios aun sin entenderlo, ser librados del temor del mundo y llenos de un santo temor hacia Dios, construyendo la vida sobre la roca de Su palabra. Se renueva la fe en Jesús, nuestro arca y Salvador, y se pide que la familia y cada creyente hallen gracia ante los ojos de Dios y caminen fielmente en medio de esta generación, en el nombre de Cristo Jesús.

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