Las Malas Actitudes y Cómo Eliminarlas // Charlas Bíblicas
En una profunda charla emitida por Radio Solidaria y Solidaria TV, los hermanos Carlos Reich y José Mederos abordaron un tema esencial pero a menudo ignorado en la vida cristiana: las malas actitudes. Un mensaje dirigido especialmente a quienes se llaman cristianos, pero cuyas conductas están lejos de reflejar la vida de Cristo.
¿Por qué hablar de malas actitudes?
Carlos abre la tertulia planteando una preocupación: muchas personas que llevan años en el Evangelio no han cambiado. Siguen justificando su mal carácter, su orgullo o sus reacciones tóxicas, sin darse cuenta de que esas actitudes los están separando de Dios. Como se menciona en Apocalipsis 3:1-3, hay quienes “tienen nombre de que viven, pero están muertos”. Es decir, aparentan espiritualidad, pero están espiritualmente desconectados de Dios.
El diagnóstico espiritual es clave
Así como una enfermedad física no puede tratarse sin un diagnóstico correcto, nuestras actitudes no pueden ser transformadas si no somos conscientes de ellas. Por eso, la Palabra de Dios nos llama al arrepentimiento, que no es remordimiento superficial, sino un cambio radical de dirección.
“Si no tienes un correcto diagnóstico, no tendrás un correcto tratamiento”, recalca Carlos. La raíz del problema no está en el otro, sino en uno mismo. Hay que dejar de justificar lo injustificable y permitir que el Espíritu Santo obre en nosotros.
Morir para dar fruto
La enseñanza de Jesús en Juan 12:24 es clara: “si el grano de trigo no muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Hay cosas que deben morir en nosotros para que podamos dar fruto. Gritería, orgullo, malicia, contienda, celos, ira, son ejemplos de actitudes que deben ser crucificadas con Cristo.
No basta con “ser cristiano de nombre”. Hay que vivir por el Espíritu y no por la carne. Como dice Romanos 8, quienes son guiados por el Espíritu producen fruto de justicia, paz y amor. Si perseveramos en las actitudes de la carne, nos autoengañamos.
Alimenta al Espíritu, no a la carne
Una ilustración compartida por Carlos lo resume bien: si tienes dos perros —uno representa tu carne y otro tu espíritu— ganará el que mejor alimentes. Así es nuestra vida espiritual: lo que alimentas, crece. Si alimentas tu carne con excusas, entretenimiento superficial y justificaciones, esa será tu guía. Si buscas a Dios, oras, lees la Palabra y obedeces, el Espíritu Santo será quien dirija tu carácter.
El fruto verdadero del Espíritu
En Colosenses 3 y Santiago 3, la Biblia muestra dos listas claras: las obras de la carne y el fruto del Espíritu. Mentira, ira, fornicación, codicia, avaricia, palabras deshonestas… todas son señales de una vida no crucificada. En cambio, la sabiduría de lo alto es “pura, pacífica, amable, llena de misericordia, sin hipocresía”.
¿Tus palabras bendicen o maldicen? ¿Tu conducta edifica o destruye? Santiago dice que una fuente no puede dar agua dulce y salada al mismo tiempo. Así tampoco un cristiano puede bendecir a Dios y maldecir a su prójimo con la misma boca.
Ordena tu casa
La reflexión final de esta charla apunta al ejemplo del rey Ezequías en 2 Reyes 20:1: “Ordena tu casa, porque morirás y no vivirás”. Es un llamado urgente. Dios está dando oportunidades para arrepentirse, pero no siempre lo hará. Si persistes en tus malas actitudes, estás caminando hacia la muerte espiritual. Pero si, como Ezequías, te humillas, lloras delante de Dios y te arrepientes, la gracia de Dios te restaurará y te dará nueva vida.
Conclusión
Esta charla es una invitación a un autoexamen sincero. No miremos la paja en el ojo ajeno, sino la viga en el propio. No justifiquemos nuestra maldad, sino que dejemos que el Espíritu Santo nos transforme. El testimonio, el ministerio y aún la salvación están en juego si no morimos a las malas actitudes.
Como dijo Carlos Reich:
“No vale justificarse. Lo único que me justifica delante de Dios es la sangre de Jesucristo cuando me arrepiento de corazón.”
