Las Riquezas de Su Gracia // Charlas Bíblicas
En un mundo marcado por la confusión, el temor y la desesperanza, la Palabra de Dios sigue siendo una fuente de consuelo y verdad. En esta charla entre Carlos Reich y Alejandro Salcedo, compartida en el programa «La tertulia de amigos», se profundiza en una de las verdades más poderosas y transformadoras del Evangelio: la abundancia de la gracia de Dios.
Un mundo gobernado por la corriente del mal
La conversación comienza con la lectura de Efesios 2:1-3, donde Pablo describe con claridad nuestra condición antes de conocer a Cristo:
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
en los cuales anduvisteis en otro tiempo siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire,
el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia; entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo
en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,
y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Carlos señala que este pasaje fue clave en su conversión, porque le mostró que no se puede vivir con un pie en la iglesia y otro en el mundo. Seguir la corriente del mundo es, en realidad, seguir la forma de pensar y actuar impuesta por el enemigo. Esta realidad nos coloca, voluntariamente, en enemistad con Dios.
Separados de Dios, pero alcanzados por Su misericordia
Pero en medio de ese estado de muerte espiritual, aparece una de las frases más esperanzadoras de la Biblia: «Pero Dios…». Así continúa el texto en Efesios 2:4-5:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).”
Carlos y Alejandro enfatizan que la misericordia de Dios no es escasa, no es humana ni limitada. Él es rico en misericordia. Su amor no se activa cuando ya somos «buenos», sino que Él nos amó aun cuando estábamos muertos, rebeldes, y alejados.
La gracia no es gratis, pero es un regalo
Uno de los momentos más profundos de la charla es cuando se aclara que, aunque la gracia se recibe gratuitamente, no fue gratuita para Dios. Fue pagada con sangre:
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
— Romanos 6:23
La gracia es como un regalo costoso: nosotros lo recibimos sin pagar, pero alguien más —Jesús— lo pagó con su vida. Alejandro ilustra esto con una historia de Billy Graham, donde un juez pagó su multa y luego lo invitó a comer, reflejando perfectamente cómo Dios actúa con nosotros: paga nuestra deuda y además nos honra con su presencia.
¿Qué significa que Dios nos “enriquece” con su gracia?
En Efesios 2:6-7, se revela el propósito de esta gracia:
“Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.”
Carlos explica que la gracia no solo nos salva, sino que nos potencia, nos enriquece. Usa ejemplos cotidianos como la sal que potencia el sabor de la comida, o el uranio enriquecido que se vuelve más útil. Así, la gracia potencia nuestras vidas para cumplir el propósito de Dios.
Gracia sobre gracia: una fuente inagotable
En Juan 1:14-17, vemos que la gracia no es un concepto, sino una persona: Jesucristo.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros […] lleno de gracia y de verdad […]
porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.”
Jesús está lleno de gracia y de verdad, y de esa plenitud tomamos todos, dice el apóstol Juan. Es una gracia sin medida, que no nos da lo justo, sino mucho más de lo que merecemos.
Misericordia vs Gracia: ¿hay diferencia?
Durante la charla, se distingue entre misericordia y gracia. La misericordia actúa por compasión frente al sufrimiento; la gracia va más allá: nos toma como enemigos y nos transforma en hijos. Es un favor inmerecido que nos restaura, dignifica y potencia.
“Dios toma de lo vil y menospreciado para avergonzar a los sabios.”
— 1 Corintios 1:28
El peligro de abusar de la gracia
Pero también se advierte del peligro de usar la gracia como excusa para seguir pecando. Pedro lo expresa así:
“Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.”
— 1 Pedro 2:16
“¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”
— Romanos 6:1-2
La verdadera gracia transforma nuestra naturaleza. No nos excusa para seguir en el pecado, sino que nos da poder para no volver a revolcarnos en el lodo, como dice 2 Pedro 2:22.
Ni yo te condeno
Un ejemplo claro de la gracia es el encuentro de Jesús con la mujer sorprendida en adulterio:
“Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”
— Juan 8:10-11
Jesús no la justificó, pero tampoco la condenó. Le dio una nueva oportunidad. Esa es la esencia de la gracia: perdón con propósito.
La gracia nos transforma, nos perfecciona, y nos establece
Pedro lo expresa con belleza en su primera carta:
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo,
después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”
— 1 Pedro 5:10
Dios nos perfecciona (forma a Cristo en nosotros), nos afirma (nos hace constantes), nos fortalece (nos capacita) y nos establece (nos da un lugar y propósito).
Pablo: un ejemplo de gracia transformadora
Pablo, quien fue perseguidor de la iglesia, entendió mejor que nadie el poder de la gracia:
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo;
antes he trabajado más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”
— 1 Corintios 15:10
La gracia no solo lo salvó, sino que lo transformó en un apóstol, en un instrumento poderoso de Dios. Así también Dios puede hacer contigo.
Conclusión: La invitación de la gracia
Al final de la charla, Carlos y Alejandro animan a los oyentes a reflexionar:
¿Estoy entendiendo realmente la gracia de Dios? ¿O sigo viviendo como si tuviera que pagar por mis pecados?
La gracia no es una licencia para pecar, sino el poder para vencer el pecado. Es el amor inmerecido de un Dios que nos toma, nos limpia, y nos sienta a Su mesa. Como el padre que abraza al hijo pródigo, Dios sigue esperando a todo aquel que quiera regresar.