Lección de fe // Reflexion desde Mar de Galilea // Miguel Díez
En uno de sus recientes viajes a Israel, Miguel Díez tuvo la oportunidad de visitar lugares emblemáticos relacionados con el ministerio de Jesús. Entre ellos, el Mar de Galilea.
Jesús en el Mar de Galilea: Reflexiones sobre Fe y Confianza
En el contexto de su ministerio, Jesús mostró su poder y soberanía no solo sobre las enfermedades y los demonios, sino también sobre la naturaleza. A través de las experiencias vividas con sus discípulos en el Mar de Galilea, encontramos profundas lecciones sobre fe y dependencia total en Dios.
Jesús en la barca: Hombres de poca fe
Jesús, tras sanar a la suegra de Pedro, limpiar a un leproso y liberar a muchos enfermos en Capernaum, dijo a sus discípulos:
“Subid a la barca” (Mateo 8:23-27).
Agotado por su jornada de milagros y predicación, Jesús se durmió profundamente. Durante la travesía, una gran tormenta amenazó con hundir la embarcación. Ante el peligro, los discípulos lo despertaron, clamando:
“¡Señor, sálvanos que perecemos!”
Jesús, al despertar, les reprochó:
“Hombres de poca fe, ¿por qué teméis?”
Luego, mandó a los vientos y las aguas que se calmaran. Al instante, todo quedó en calma. Los discípulos, asombrados, exclamaron:
“¿Quién es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?”
El poder de Jesús sobre la tormenta
El Mar de Galilea, aunque parece tranquilo, puede desatar tormentas repentinas, como las que Jesús y sus discípulos enfrentaron. Esto lo vivimos personalmente en un viaje con un grupo. La guía, aterrorizada, decidió no abordar la barca, pero nosotros decidimos experimentar la realidad de esa historia bíblica. La tormenta era tan fuerte que las aguas golpeaban la embarcación, recordándonos el poder de las palabras de Jesús.
“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?” (Salmos 27:1).
Jesús camina sobre las aguas: La fe que desafía lo natural
Después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús pidió a sus discípulos que cruzaran al otro lado del lago mientras despedía a la multitud. Durante la travesía, otra tormenta los sorprendió. Esta vez, Jesús no estaba físicamente con ellos. Sin embargo, en medio de la cuarta vigilia de la noche (entre las 3 y 6 de la madrugada), Jesús apareció caminando sobre el agua (Mateo 14:22-33).
Los discípulos, aterrorizados, gritaron:
“¡Es un fantasma!”
Jesús les respondió:
“¡Tened ánimo, yo soy; no temáis!”
Pedro, en su impulsividad, pidió caminar hacia Jesús:
“Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.”
Jesús le dijo:
“Ven.”
Pedro comenzó a caminar, pero al desviar su mirada hacia la tormenta, empezó a hundirse. Clamó:
“¡Señor, sálvame!”
Jesús lo tomó de la mano y le dijo:
“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”
Lecciones de fe en medio de las tormentas
Estas historias reflejan que la fe no depende de lo que vemos, sino de en quién confiamos. Jesús, aunque no siempre lo veamos físicamente, está presente en cada situación:
“Por tanto, no temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo” (Isaías 41:10).
Cuando quitamos los ojos de Jesús, comenzamos a hundirnos en las preocupaciones y tentaciones del mundo. Como Pedro, necesitamos clamar:
“Señor, sálvame.”
Jesús siempre está dispuesto a rescatarnos y restaurarnos, mostrándonos que no somos nosotros quienes enfrentamos las tormentas, sino Él quien nos da la victoria:
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).
Verdaderamente, este es el Hijo de Dios
Cuando Jesús calmó la tormenta y subió a la barca, los discípulos lo adoraron, diciendo:
“Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios.”
Solo Jesús puede transformar nuestras vidas, librarnos de la tormenta de nuestra maldad y llevarnos a una nueva vida de fe y confianza. Él es el gran Yo Soy, el camino, la verdad y la vida, y nos llama a vivir en su dimensión sobrenatural, caminando sobre las aguas con valentía y esperanza.
Amén.
Presidente de la ONG Remar Internacional y la iglesia Cuerpo de Cristo.