Los verdaderos adoradores – Charles Spurgeon
La Adoración en Espíritu y en Verdad
Jesús declaró que la hora había llegado para una nueva forma de adoración, una que no depende de montes sagrados ni rituales externos. Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad, porque Él es espíritu.
La mujer samaritana intentó desviar la atención de su pecado con cuestiones religiosas superficiales, pero Cristo la llevó de vuelta a lo esencial: la verdadera adoración no está en los lugares, sino en el espíritu del adorador. El corazón carnal evade la verdad espiritual y se refugia en preguntas sobre formas externas, pero Jesús afirma que eso ya no importa.
Un Cambio Radical en la Adoración
Con Cristo llegó una adoración más pura y sencilla, distinta entre verdaderos y falsos adoradores. El evangelio juzga con imparcialidad: solo quien es espiritual puede adorar realmente a Dios. Aquellos que se limitan a lo externo son ahora considerados falsos adoradores.
Cristo, como fuego purificador, revela la diferencia entre los que adoran con el alma y los que se quedan en lo visible. Solo los verdaderos adoradores, transformados por el Espíritu, agradan a Dios.
Características de la Verdadera Adoración Cristiana
La adoración auténtica ve a Dios como Padre, no solo como Creador. Es una prerrogativa del hijo de Dios, que ha sido iluminado por gracia. No se origina en el hombre, sino que es un don del Espíritu.
Quien adora verdaderamente lo hace con fe en el Cordero, sin depender de rituales externos. La adoración cristiana es mental, interior, vital, y se expresa en un corazón quebrantado y una fe elevada. Es la respuesta viva de un alma que ama, se postra y sigue a Dios sinceramente.
La verdadera adoración no es una actuación religiosa, sino un clamor real del corazón: «Padre, he pecado», o «Señor, confío en Jesús». Esta vida de adoración continúa incluso después de la muerte, porque es espiritual, no corporal.
Historia de la Adoración y su Corrupción
Desde Caín, los hombres han rechazado la adoración espiritual. Prefieren símbolos, flores e incienso. Aunque la adoración al principio fue sencilla —sacrificios ofrecidos con fe, como el de Abel—, el hombre degeneró en formalismos e idolatría.
Después del diluvio, el patriarca encabezaba la adoración familiar, pero pronto los hombres añadieron imágenes. La familia de Jacob ya había caído en idolatría. Las naciones comenzaron a adorar a todo tipo de criaturas, olvidando a Dios.
Del Culto Ceremonial al Culto Espiritual
Dios dio formas ceremoniales porque el pueblo no podía comprender lo espiritual. Estas formas eran sombras de lo venidero, y han sido superadas por la sustancia que es Cristo.
Volver a ritualismos del pasado es retroceder en vez de avanzar hacia la madurez espiritual. Los verdaderos adoradores ya no necesitan pañales espirituales; adoran con la plenitud del alma.
La Adoración Judía: Entre Espiritualidad y Ritualismo
Aunque Dios instituyó ritos levíticos, muchos creyentes judíos adoraban sin verlos. La mayoría no accedía al templo ni al altar. La verdadera adoración no era visible, y los profetas lo sabían: David decía que Dios no se complace en sacrificios externos.
Israel cayó en idolatría por querer un dios visible, y cuando fueron castigados por ello, cayeron en otro extremo: un ritualismo vacío y rígido.
La Adoración después de Cristo y el Peligro de la Idolatría
Desde Cristo, muchos han adorado erradamente: unos con símbolos, otros con ritualismos o indiferencia. Por eso el segundo mandamiento prohíbe toda forma visible de representar a Dios. No se trata de adorar a otro dios, sino de no reducir a Dios a formas visibles.
Cristo exige adoración espiritual, sin templos, ni velas, ni incienso. Solo el sacrificio de Cristo permanece válido. Jesús desea ser adorado por creyentes llenos del Espíritu, sin cargas visibles añadidas.
La Rareza y Dificultad de la Adoración Espiritual
La adoración espiritual es rara porque exige renuncia al pecado, humildad, y sinceridad. Es más fácil hacer rituales, asistir a templos o usar vestiduras religiosas, que rendir el corazón. La religión formal es popular; la espiritual, difícil.
No hay horas sagradas ni lugares sagrados: toda la vida del cristiano debe ser adoración. Pero esto cuesta trabajo, requiere entrega interior, y muchos lo rehúsan.
La Esencia de la Adoración Espiritual y el Sacerdocio Universal
Adorar a Dios es obedecerle, amarle, y rendirse a Él. No se trata de gestos o lugares, sino de conformar nuestra naturaleza a la suya por medio de su Espíritu. El sistema sacerdotal es innecesario: todos los creyentes son sacerdotes.
Cristo ha roto las jerarquías religiosas. Todos somos hermanos, y todos ofrecemos sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús.
Por Qué Dios Busca Adoración Espiritual
Dios no desea adornos ni religiosidad pomposa. Él desea adoración espiritual porque es espíritu, y lo que no nace del espíritu es un insulto.
Toda misa material, todo rito inventado, es ofensivo para Dios. Lo que Él quiere es fe, amor, arrepentimiento sincero. La verdadera adoración nace de un corazón quebrantado, no de una arquitectura imponente.
Conclusión: La Adoración que Dios Acepta
Dios no se deleita en coros bien afinados, ni en túnicas bordadas. Su deleite está en el alma que le ama y le busca en verdad. La lágrima del pecador vale más que un cántico perfecto, y su suspiro sincero más que un incensario de oro.
La adoración espiritual no es opción ni estilo: es lo que Dios busca y lo único que Él acepta. Por tanto, adoremos a Dios como Él lo demanda: en espíritu y en verdad.