Naamán: El orgullo es la raíz de todos los pecados | Personajes Bíblicos

Naamán: El orgullo es la raíz de todos los pecados | Personajes Bíblicos

Naamán y el milagro de la sanación

  • Naamán, un general sirio con lepra, deseaba curarse y preparó regalos valiosos para ofrecer al profeta Eliseo a cambio de su sanidad.
  • Naamán llegó a la casa de Eliseo y recibió instrucciones de lavarse siete veces en el río Jordán para ser sanado.
  • Naamán se enoja porque esperaba un ritual más elaborado y se va enfadado.
  • Los sirvientes de Naamán lo convencen de obedecer las instrucciones del profeta.
  • Naamán se sumerge en el río Jordán siete veces y su piel queda limpia, sanando de su lepra.
  • Naamán decidió obedecer a Dios y no volver a inclinarse ante sus antiguos dioses.
  • Naamán encontró la paz que solo Dios puede dar y fue perdonado y reconciliado con Dios.

La importancia de la fe y la humildad

  • Los cristianos quieren milagros, pero no se someten a la voluntad de Dios.
  • Naamán quería un milagro sin obedecer a Dios, pero cuando se humilló y obedeció, experimentó el milagro.
  • Los milagros suceden cuando creemos sin dudar y buscamos a Dios.
  • La falta de fe y la duda son los principales enemigos de los milagros.
  • Los milagros suceden cuando buscamos al Señor y ponemos nuestra fe en Él.
  • Dios no está a las órdenes del hombre y el hombre debe doblegarse a las órdenes de Dios.
  • La puerta del cielo es baja y solo se puede entrar agachándose y humillándose.
  • El orgullo es una de las siete cosas que Dios aborrece.
  • Para obtener la sanidad espiritual, es necesario humillarse ante Dios, orar, buscar su rostro y convertirse de los malos caminos.

El perdón y la misericordia de Dios

  • La salvación que Dios da al hombre no tiene precio y Jesús pagó el precio completo por ella en la cruz.
  • Es momento de obedecer el mandato de Dios y poner nuestra fe en Cristo.
  • La decisión que tomemos cambiará nuestro destino para siempre.
  • El único requisito que Dios demanda para recibir su perdón es bajarse del orgullo, creer lo que Dios dice y humillarse pidiendo perdón por nuestros pecados.
  • Al hacer esto, encontraremos salud espiritual y la misericordia de Dios.
  • Nuestra oración debe ser como la de Naamán, dejando a un lado el orgullo y las ideas preconcebidas.
  • Si no hemos experimentado la misericordia de Dios, no debemos esperar más y doblegar nuestro orgullo.
  • Jesús ya pagó el precio por nosotros y gracias a su muerte y resurrección estamos vivos.
  • Debemos humillarnos, doblegar el orgullo y postrarnos ante Dios, reconociendo su señorío y grandeza.
  • Al hacer esto, Dios nos perdonará, nos limpiará de todo pecado y nos restaurará.
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