Restauración Espiritual // Salmo 85

Restauración Espiritual // Salmo 85

En esta charla, conducido por Daniel Díez, conversamos con el Pastor Willy López (Casa de Bendición, Madrid) sobre el Salmo 85, un salmo de súplica, restauración espiritual y esperanza.

Introducción al Salmo 85

El Salmo 85 presenta una estructura de súplica y esperanza, en la que el salmista recuerda la misericordia de Dios en el pasado y clama por una restauración presente. Comparado con otros salmos de lamento, este destaca por su tono más optimista y su confianza en la intervención divina.

Un Salmo de Lamento y Restauración

El salmista reconoce el favor de Dios en tiempos anteriores y su disposición a perdonar los pecados del pueblo. Sin embargo, también plantea una pregunta inquietante: ¿hasta cuándo estará Dios enojado con su pueblo? Este dilema refleja la relación cíclica de Israel con Dios, en la que la obediencia es seguida por la desobediencia y el castigo, para luego volver a la restauración.

Aplicación a la Iglesia Actual

Hoy en día, la iglesia enfrenta una situación similar. Muchas congregaciones mantienen una apariencia de religiosidad, pero carecen de un compromiso genuino con Dios. La adoración externa no puede sustituir una relación verdadera con el Señor. Es necesario un despertar espiritual que lleve a un compromiso sincero con la fe y la obediencia.

El Pecado Cubierto vs. Borrado

En el Antiguo Testamento, los sacrificios cubrían el pecado temporalmente, como lo vemos en el caso de Adán y Eva cuando Dios les dio pieles para vestirlos. Sin embargo, con la llegada de Jesús, el pecado no solo es cubierto, sino completamente borrado. Juan el Bautista proclama: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, resaltando la obra definitiva de Cristo en la redención.

La Responsabilidad del Hombre

Muchos de los problemas del mundo, como la guerra, el aborto y otras injusticias, son consecuencia de la desobediencia humana. Dios permite que el hombre tome decisiones, pero cada uno deberá rendir cuentas. La violencia y el sufrimiento no son obra de Dios, sino el resultado del pecado y la corrupción del corazón humano.

El Plan Redentor de Dios

A pesar del caos actual, Dios tiene un plan de restauración. La Biblia promete un futuro en el que no habrá más muerte ni violencia. Isaías profetiza un tiempo en el que el león y el cordero convivirán en paz, reflejando la armonía original del Edén. La vida eterna es la restauración completa del propósito divino.

¿Dónde Está Dios?

Dios se manifiesta a través de sus hijos. Jesús enseñó que al ayudar a los más necesitados, lo hacemos con Dios mismo. Su presencia no está ausente en el mundo, sino que actúa a través de aquellos que viven conforme a su voluntad y extienden su amor a los demás.

La necesidad de avanzar en nuestra relación con Dios

Aunque nuestros pecados han sido perdonados, aún podemos caer en ellos nuevamente. La gracia no es una excusa para pecar, sino un llamado al arrepentimiento genuino. Dios nos llama a crecer en santidad y a parecernos más a Cristo cada día.

La lucha interna del creyente

El salmista expresa sentimientos de confianza en Dios, pero también de inseguridad. A menudo, los creyentes buscan señales adicionales en lugar de obedecer lo que ya saben que es correcto. La lucha entre la fe y la duda es una constante en la vida espiritual.

La inestabilidad emocional y espiritual

Muchos creyentes basan su fe en experiencias emocionales temporales. Participan en eventos espirituales que los llenan de fervor, pero luego este entusiasmo se desvanece. La Biblia advierte sobre el peligro del “doble ánimo”, que lleva a la inconstancia y al alejamiento de la verdad.

La estabilidad en Cristo

Jesús mostró una estabilidad espiritual inquebrantable, incluso en los momentos más difíciles. Nuestra fe debe basarse en una decisión firme de seguir a Dios, y no en emociones pasajeras. Es natural tener altibajos, pero el crecimiento en la fe debe ser constante y sostenido.

Un cristianismo basado en la voluntad y no solo en la emoción

La vida cristiana no debe depender solo de sentimientos, sino de la voluntad de obedecer a Dios. En Getsemaní, Jesús experimentó angustia, pero eligió hacer la voluntad del Padre. De igual manera, nuestra fidelidad a Dios no debe fluctuar con nuestras emociones, sino mantenerse firme en la verdad de su palabra.

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