Creciendo en Santidad en 2025 // Estamos Contigo
La Importancia de Terminar Bien y Empezar Bien
La santificación es el proceso de ser limpiados, perdonados y transformados, pasando de ser pecadores a santos. Según Efesios 1:15-18, los santos están llamados a crecer en fe, amor y conocimiento de Dios. Este proceso es diario, y requiere oración constante para mantenerse alejados del pecado.
La santidad se compara con la higiene del alma. Así como las leyes de higiene física protegieron a los israelitas hace miles de años, la limpieza espiritual es vital para evitar la corrupción del corazón. Jesús enfatizó que lo que contamina al hombre no es lo exterior, sino lo que sale del corazón.
La Santidad como Higiene del Alma
La santidad no solo protege el alma, sino también el cuerpo. Jesús nunca enfermó, mostrando que la pureza espiritual tiene un impacto profundo en la salud integral. Durante la Edad Media, las leyes de higiene de los judíos los protegieron de enfermedades, reflejando la importancia de mantener tanto el cuerpo como el espíritu limpios.
La verdadera limpieza comienza con el alma, porque, aunque sea difícil mantener el cuerpo limpio en ambientes difíciles, lo más importante es no permitir que el alma se contamine. Como cristianos, debemos buscar la santificación a diario para heredar la vida eterna.
Los Injustos No Heredarán el Reino de Dios
En 1 Corintios 6:9-11 se advierte que los injustos no heredarán el reino de Dios. Sin embargo, aquellos que han sido lavados, santificados y justificados en Cristo tienen la oportunidad de formar parte de la familia de Dios. La clave está en el arrepentimiento verdadero, que permite ser perdonados y liberados del pecado.
El arrepentimiento debe ser sincero, acompañado de un cambio genuino. No basta con confesar los pecados si el corazón sigue aferrado al pecado. Es necesario despojarse de todo mal para recibir el perdón y comenzar una nueva etapa en santidad.
Dios Nos Llama a Ser Santos
Dios nos llama a la santidad como un acto de amor y elección divina. Este llamado no se basa en méritos propios, sino en su deseo de transformarnos en personas especiales. Aprendemos de Jesús que la humildad y la obediencia son esenciales para alcanzar este estado.
El apóstol Pablo nos recuerda en sus cartas que la verdadera felicidad se encuentra en la santidad, porque allí no prospera el mal. Es importante decidir ser santos, alejándonos de los malos deseos y buscando parecerse más a Dios cada día.
La Oración por la Santificación
Jesús oró por sus seguidores, pidiendo que fueran santos y protegidos del mal (Juan 17:15-19). Nuestra oración también debe reflejar este deseo, pidiendo a Dios que nos santifique y nos haga testigos de su santidad.
La santidad no es un estado estático, sino un proceso continuo. Si caemos, el Espíritu Santo nos llama a arrepentirnos y buscar la santificación nuevamente. Es un camino de gracia, poder y aborrecimiento al pecado.
La Santidad en la Familia
La santidad también debe reflejarse en nuestros hogares. La familia es el campamento donde Dios desea habitar, y debemos procurar que esté libre de toda contaminación. Un hogar santo es un lugar donde reina la paz, la gloria de Dios y el amor mutuo.
Dios nos llama a cuidar la pureza de nuestro entorno familiar, reuniéndonos en amor y santificación, para que su presencia ilumine nuestras vidas y expanda su gloria.
Conclusión
La santidad es el mayor legado que Cristo nos dejó a través de su sacrificio. Nos permite experimentar la verdadera gloria de Dios y nos prepara para la vida eterna. Al finalizar este año y comenzar uno nuevo, hagamos un compromiso de vivir en santidad, renovados, limpios y transformados por el poder del Espíritu Santo. Que cada día sea una oportunidad para reflejar la hermosura de Dios en nuestras vidas.
Miguel Díez es presidente de la ONG Remar Internacional y pastor principal de iglesia Cuerpo de Cristo en 72 países. También autor de varios libros proféticos.
Presidente de la ONG Remar Internacional y la iglesia Cuerpo de Cristo.