El mundo no te dará paz en los tiempos finales

El mundo no te dará paz en los tiempos finales

Sentirse engañado por políticos o gobiernos es una experiencia que puede causar desilusión, ira e incluso desesperanza. Desde una perspectiva cristiana, este sentimiento no es nuevo; la Biblia contiene múltiples historias y reflexiones sobre líderes que no cumplieron su palabra o actuaron injustamente.

En el libro de Miqueas 6: 8, el profeta nos recuerda: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”. Esta enseñanza revela que Dios nos llama a la justicia y la humildad, valores que muchas veces pueden ser olvidados por quienes tienen poder.

Cuando vemos que nuestros líderes no cumplen con estos principios, sentimos la injusticia y nos afecta profundamente. Jeremías 17: 5 dice: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que pone su confianza en la carne humana, y aparta su corazón del Señor”.

Esta advertencia no implica que desconfiemos de todos, sino que pongamos nuestra esperanza principalmente en Dios y no en seres humanos que, como nosotros, son falibles. Nos invita a recordar que ningún sistema político o gobierno puede ofrecer una paz y justicia verdaderas, solo Dios puede hacerlo plenamente.

Además, en el Nuevo Testamento, Jesús nos enseña en Mateo 5:9: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. En medio de las injusticias, esta es una invitación a no responder con odio o resentimiento, sino a buscar soluciones pacíficas y a promover la justicia desde donde estemos.

Como cristianos, somos llamados a ser luz en medio de la oscuridad, y esta luz muchas veces se manifiesta en la forma en que respondemos al engaño o a la corrupción. Finalmente, es importante recordar las palabras de Romanos 12: 21: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.

Aunque la corrupción y el engaño pueden desalentarnos, estamos llamados a mantener la integridad y a luchar por la justicia en nuestras acciones diarias, confiando en que Dios es el juez final y que su justicia prevalecerá. Esta reflexión nos anima a no perder la esperanza y a confiar en Dios, quien está por encima de cualquier sistema humano.

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