La Estrategia del Diablo // Daniel Del Vecchio

La Estrategia del Diablo // Daniel Del Vecchio

La Batalla Espiritual: Cómo Enfrentar al Adversario

En el nombre de Jesucristo, ponemos esta charla en tus manos, Señor. Úsanos según tu voluntad para que la palabra que predicamos edifique y exhorte, promoviendo el crecimiento espiritual y la salvación de aquellos que aún no te conocen.
Sin ti somos inútiles, pero con tu fuerza, todo es posible. Gracias por tu presencia, por tu palabra, por la armadura y la espada que nos has dado. En el nombre de Cristo, amén.

Reconociendo al Adversario

San Pedro nos advierte sobre un adversario: el diablo, quien actúa como un león rugiente buscando a quién devorar. Este adversario, cuyo nombre Satanás significa “acusador de los hermanos”, no acusa al mundo, sino a los hermanos en Cristo.
En tu vida, el diablo puede presentarse de muchas formas, incluso como un “amigo” en lugar de un adversario. Al igual que la Biblia dice que Satanás vino a Jesús y no encontró nada en Él, si encuentra algo en nosotros, ese no es un verdadero adversario sino una oportunidad para mejorar nuestra relación con Dios.

La Estrategia del Diablo

El enemigo tiene tres objetivos principales: impedirte adorar a Dios, evitar que sirvas a Cristo y callar tu testimonio. Satanás busca desviarte de la adoración, la servidumbre a Cristo y el testimonio de tu fe.
Una de las tácticas que usa para lograr esto es la depresión. Quiere que te sientas fracasado, desanimado y sucio, con el objetivo de que te mantengas en silencio y no glorifiques a Dios. La persecución histórica de la iglesia es un ejemplo de cómo el diablo intenta acallar la voz de los creyentes.

La Defensiva Espiritual

Para combatir el ataque del diablo, debes reconocer que tu verdadero abogado es Jesucristo, no el diablo. Jesús no te está acusando, sino que te defiende. El diablo quiere que te sientas indigno de acercarte a Dios, pero la verdad es que, aunque te sientas incapaz, Cristo ha hecho provisión para tu salvación.
La clave está en no justificarse a uno mismo, sino en acudir a Cristo para recibir perdón y justificación.

Justificación y Redención

La justificación por la fe es fundamental para tu salvación. La Biblia dice en Romanos 5 que somos justificados por la fe en Jesucristo, no por nuestros propios esfuerzos.
La fe en la sangre de Cristo es lo que te limpia y te hace justo ante Dios. No se trata de autojustificación, sino de confiar plenamente en la obra redentora de Jesús.

La Confesión y la Sangre de Cristo

Cuando te sientas culpable o indigno, la respuesta no es justificar tus acciones, sino confesar tus pecados a Dios.
En 1 Juan 1:9, la Escritura nos enseña que si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos. La sangre de Cristo es lo que purifica tu conciencia y te reconcilia con Dios. Debes reconocer tu impotencia y clamar a Jesús para que te limpie y te dé paz.

La Purificación de la Conciencia

En Hebreos 9:12 se menciona que Cristo, con su propia sangre, entró al lugar santísimo y obtuvo redención eterna.
Esta sangre no solo cubre tus pecados, sino que purifica tu conciencia de obras muertas.
La verdadera purificación viene a través de la fe en la sangre de Cristo, no por tus propios esfuerzos o justificaciones.

El Corazón Contrito

Es esencial tener un corazón contrito y arrepentido. La diferencia entre la presunción y la fe es crucial. La presunción se basa en la autosuficiencia, mientras que la fe implica un reconocimiento genuino de tu necesidad de Dios y un arrepentimiento sincero.
La confesión de tus pecados y la fe en la sangre de Cristo te llevarán a una verdadera purificación y restauración espiritual.

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