Claves para vencer la CULPABILIDAD // Daniel Del Vecchio

Claves para vencer la CULPABILIDAD // Daniel Del Vecchio

Muchos creyentes sinceros sufren de un sentido de culpabilidad, sintiéndose indignos de la gracia de Dios a pesar de su servicio fiel. Aunque han pedido perdón, no se sienten perdonados, y la condena parece acompañarlos constantemente. Este sentimiento de vergüenza les impide acercarse a Dios con confianza, similar a cómo Adán y Eva se escondieron después de pecar.

La Promesa de Perdón en la Biblia

La Biblia ofrece una solución clara: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad”. No debemos confesar nuestros pecados continuamente, sino creer que Dios nos escucha y nos limpia cuando lo hacemos sinceramente.

Venciendo al Acusador

El diablo es el acusador, pero nosotros tenemos un defensor en Jesucristo, quien nos ha limpiado con su sangre. Es esencial reclamar lo que Cristo ha hecho por nosotros y aplicar la palabra de Dios a nuestras vidas. Esto implica utilizar la “armadura de Dios”, que son sus promesas y palabras.

Presenta las Promesas al Señor

Como un niño recuerda a su padre una promesa, debemos recordar a Dios sus promesas. Decirle, “Señor, tú has dicho que si confesamos nuestros pecados, eres fiel y justo para perdonarnos”. Debemos presentar estas promesas con fe, sabiendo que Dios es fiel a su palabra.

La Armadura de Dios

La armadura de Dios nos protege de las acusaciones del diablo. El yelmo de la salvación nos da la certeza de que Dios nos ha salvado y que Cristo nos ha limpiado. La coraza de justicia nos asegura que somos justificados por la fe y tenemos paz con Dios a través de Jesucristo.

Predestinación y Justificación

Romanos 8:30 nos dice que aquellos a quienes Dios predestinó, también los llamó, justificó y glorificó. No somos justificados por nuestras propias acciones, sino por nuestra fe en la sangre de Jesucristo. Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?

¿Quién nos Separará del Amor de Cristo?

San Pablo asegura que nada, ni tribulación, angustia, persecución, hambre, pobreza, peligro o espada, puede separarnos del amor de Cristo. En todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

La Importancia de Andar en la Luz

Es fundamental que andemos en la luz y en la verdad, teniendo comunión con Dios y con otros creyentes. Aquellos guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios, no esclavos. Hemos recibido el espíritu de adopción, por lo cual clamamos, “¡Abba, Padre!”.

Hijos y Herederos de Dios

El Espíritu Santo da testimonio de que somos hijos de Dios, y como hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo. A pesar de las luchas, el Señor está con nosotros, guiándonos y consolándonos.

La Intercesión de Jesucristo

Si pecamos, tenemos un abogado en Jesucristo. Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos. No debemos vivir bajo la condena, sino con la cabeza en alto, confiando en que somos hijos de Dios.

Aplicando la Palabra de Dios

Es crucial aplicar las promesas de Dios a nuestra vida diaria, especialmente en momentos de tentación. Jesús nos mostró cómo responder al diablo con la palabra de Dios, diciendo “Escrito está”.

El Arrepentimiento y el Perdón

El mensaje de arrepentimiento y perdón de pecados debe ser predicado juntos. No solo debemos arrepentirnos, sino también recibir el perdón de Dios. Esta combinación nos libera de la culpabilidad y nos da paz.

Busca al Espíritu Santo

Pide a Dios con fe y sinceridad que te llene con su Espíritu Santo. Jesús promete que si pedimos, recibiremos. Cree en sus promesas, pídele que te llene, y verás su gloria en tu vida.

Oración de Liberación

Ora con fe, pidiendo a Dios que te limpie de todo pecado, que te llene con su Espíritu Santo, y que te libere de las acusaciones del diablo. Confía en su poder para romper las cadenas de la culpabilidad y vivir en la luz de su amor y gracia.

En conclusión, recuerda que Dios es fiel y justo. Si confesamos nuestros pecados, Él nos perdona y nos limpia de toda maldad. Andemos en la luz, aplicando sus promesas y viviendo como hijos de Dios, libres de la condena y llenos de su Espíritu Santo.

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