La Rebeldía: La Semilla de Satanás en el Corazón Humano
En el programa Estamos Contigo, el pastor Miguel Díez nos habla con claridad sobre una realidad espiritual que sigue marcando a la humanidad: la rebeldía. No es simplemente desobediencia, es una raíz profunda, una semilla que Satanás planta desde el principio, y que aún hoy destruye vidas, familias y naciones enteras.
Eva se empodera… contra Dios
La rebeldía comienza en el Edén. Eva escucha la mentira: “no morirás, serás como Dios”. Quiere empoderarse, ser diosa. Y Adán, en lugar de obedecer a Dios, sigue a Eva. El resultado: entra el pecado en la humanidad. Esa semilla crece en cada generación como una herencia maldita: orgullo, soberbia y desobediencia.
Orgullo + soberbia = rebelión
Satanás se rebela por envidia y orgullo, y transmite ese veneno al ser humano. Pensamos que no habrá consecuencias, que Dios lo pasará por alto. Como el ladrón que roba creyendo que nunca lo atraparán. Pero Dios es justo, y su Palabra es clara: “el que siembra mal, cosecha destrucción”.
Religión sin obediencia: rebelión disfrazada
Muchos intentan cubrir su rebeldía con religiosidad. Asisten a templos, hacen sacrificios, celebran fiestas, pero no obedecen a Dios ni muestran misericordia. Isaías 1 muestra cómo Dios aborrece esos rituales vacíos. Lo que Él desea es obediencia, justicia, amor al prójimo, defensa del huérfano y la viuda.
“Si quieres y escuchas, comerás lo mejor de la tierra. Pero si te niegas y eres rebelde, serás consumido a espada.” (Isaías 1:19-20)
Cobardía disfrazada de rebeldía
Muchos se rebelan por miedo. Como los diez espías que regresan con temor ante los gigantes. Solo Josué y Caleb confían en Dios y se atreven a obedecer. El valor nace de la fe. El obediente siempre es más valiente que el rebelde, porque confía en la promesa de Dios.
Moisés intercede por los rebeldes
Moisés lucha con un pueblo duro de cerviz. Dios le ofrece destruirlos, pero Moisés se postra, intercede, ora, ayuna. Se convierte en un símbolo de Cristo: el intercesor que clama por el perdón de los rebeldes. Y Dios escucha. Porque su misericordia no se agota, pero su justicia tampoco duerme.
Jesús, herido por nuestras rebeliones
Cristo no muere por buenas personas, muere por rebeldes. Por ti y por mí. Isaías 53 lo declara: “Herido es por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados”. Él lleva el castigo que merecemos. Paga el precio con su sangre para ofrecernos una salida: la obediencia por amor.
Déjate convertir
Dios no rechaza al rebelde que se arrepiente. Jeremías 3:22 dice: “Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestra rebelión”. Hoy, si escuchas su voz, no endurezcas tu corazón. No puedes cambiarte tú solo, pero si dejas que Jesús te transforme, Él lo hará.
Conclusión
La rebeldía no es rebeldía contra una religión, es rebelión contra Dios. Y eso tiene consecuencias. Pero hoy hay una puerta abierta: Jesucristo, quien borra tus rebeliones, te limpia, y te da un nuevo corazón. La pregunta es: ¿seguirás siendo rebelde, o te rendirás al amor de Dios?
“Yo deshago como nube tus rebeliones. Vuélvete a mí, porque yo te redimí.” (Isaías 44:22)
Miguel Díez es presidente de la ONG Remar en 68 países y fundador de la iglesia Cuerpo de Cristo.