¿Necesitas Sanidad? – El Estanque de Betesda – Daniel Del Vecchio

¿Necesitas Sanidad? – El Estanque de Betesda – Daniel Del Vecchio

En esta predicación Daniel del Vecchio reflexiona sobre el poder transformador y sanador de Jesús, basado en el relato del Evangelio de Juan capítulo 5.

¿Necesitas sanidad? El estanque de Betesda

La Biblia nos ofrece historias llenas de esperanza y poder, y en el Evangelio de Juan, capítulo 5, encontramos un relato que resalta la compasión de Cristo y su poder transformador. Este pasaje nos narra la historia de un hombre que llevó 38 años enfermo, inmóvil junto al estanque de Betesda, esperando una sanidad que nunca llegaba. Hasta que Jesús se acercó, lo vio y cambió su vida con tres simples frases: “¿Quieres quedar sano? Levántate, toma tu camilla y anda”.

Jesús, el mismo ayer, hoy y por siempre

Este relato nos recuerda que Jesús no ha cambiado. Su poder es el mismo, y sigue obrando en medio de nuestras vidas. Como Daniel del Vecchio explica, aunque no estemos paralíticos junto a un estanque, muchos pueden identificarse con este hombre. Hay quienes luchan con enfermedades físicas, heridas emocionales o cadenas espirituales, sintiéndose incapaces de vencer por sí mismos.

Jesús vio al hombre tendido y supo que llevaba mucho tiempo en esa condición. De la misma manera, él nos ve. Ve nuestro dolor, nuestras frustraciones y preguntas. Nos ve incluso cuando pensamos que estamos olvidados. En un mundo lleno de multitudes, Jesús elige a cada uno de nosotros de manera personal. ¿Podría ser hoy el día en que él te elige a ti?

La incapacidad humana y la compasión divina

El hombre junto al estanque enfrentó 38 años de impotencia. Su incapacidad lo había llevado a un lugar de frustración, desánimo y, posiblemente, deseos de rendirse. Como Daniel del Vecchio menciona, la incapacidad puede producir no solo frustración, sino también tristeza y hasta ira contenida. Quizá también este hombre, como muchos de nosotros, se preguntó “¿Por qué yo?”, enfrentando esas preguntas que a menudo quedan sin respuesta inmediata.

Jesús, al ver la situación, no perdió tiempo. No hizo largas explicaciones ni ceremonias; simplemente le preguntó: “¿Quieres quedar sano?” Esta pregunta directa no solo abordaba su condición física, sino también el estado de su alma. Jesucristo no busca poner parches en nuestras vidas; él quiere traer una sanidad completa: física, emocional y espiritual.

La voluntad: El punto de choque con Dios

Cuando Jesús le dijo al hombre que tomara su camilla y anduviera, le estaba llamando a obedecer. Como explica Daniel del Vecchio, el único que puede abrir la puerta de nuestro corazón es el “señor alcalde” de nuestra alma: nuestra voluntad. Esta es la llave para recibir lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas.

Muchos desean liberarse de sus problemas, pero pocos están dispuestos a rendir su voluntad. Como Jesús nos enseñó en la oración, debemos decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Este es el punto donde nuestra voluntad se encuentra con la de Dios y donde ocurre la verdadera transformación.

La mirada hacia Cristo

El hombre junto al estanque conocía el antiguo rito del movimiento de las aguas, pero no esperaba algo nuevo. Sin embargo, Jesús lo guió hacia una fe renovada. Del mismo modo, Dios nos llama a apartar nuestra mirada de lo conocido y ponerla en él. En los momentos de mayor necesidad, Jesús está presente. Como Daniel del Vecchio subraya, el Señor está vivo, y no seguimos una religión de muertos, sino a un Cristo resucitado que nos toca, nos corrige y nos levanta.

Sanidad completa en Jesús

La sanidad que ofrece Jesús no es parcial ni temporal. Su obra en nuestras vidas es integral y eterna. Cuando el hombre fue sanado, Jesús le advirtió: “No peques más, para que no te suceda algo peor”. Esto nos recuerda que la sanidad física es solo el principio; el Señor también desea sanarnos espiritualmente y guiarnos hacia una vida transformada en obediencia y fe.

Hoy, Jesús sigue extendiendo la misma pregunta: “¿Quieres quedar sano?” Esta pregunta nos desafía a rendir nuestra voluntad, a mirar hacia él y a confiar en su poder. No importa cuánto tiempo hayamos estado en nuestra condición o cuán profunda sea nuestra necesidad; Jesús tiene el poder para transformarnos completamente.

Rinde tu corazón a Cristo, permite que él toque tu vida y camina en la libertad que solo él puede ofrecer. Hoy puede ser el día de tu milagro. ¡Gloria al Señor!

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