¿Reino de Dios o Estado de los Hombres?
El origen del Estado en la Biblia: un deseo humano, no divino
La tertulia comienza explorando el texto de 1 Samuel 8, donde el pueblo de Israel le pide un rey a Samuel. Esta demanda nace de la corrupción de los hijos del profeta, pero trasciende lo político: es una declaración espiritual. Dios interpreta la petición como un rechazo a su gobierno directo.
Hasta entonces, Israel vivía bajo una teocracia, una forma de gobierno donde Dios levantaba jueces en momentos clave. La decisión de tener un rey marca el inicio de una estructura estatal, con consecuencias profundas: impuestos, reclutamiento militar, pérdida de libertad personal.
Ramón y Javi remarcan que esta transición refleja la tendencia humana a sustituir la guía divina por estructuras humanas. Lo que parecía una solución a la corrupción, se convierte en un modelo de esclavitud institucional.
De patriarcas a monarcas: la degeneración del gobierno humano
Antes de los reyes, el pueblo hebreo fue gobernado por patriarcas y luego por jueces. Aunque imperfecto, el sistema de los jueces permitía una intervención directa de Dios en momentos de crisis. Sin embargo, la historia demuestra que una vez que se instauran las monarquías, éstas tienden al abuso del poder. Incluso David —considerado un rey conforme al corazón de Dios— usó el aparato estatal para ocultar su pecado.
Este patrón continúa en los libros de Reyes y Crónicas, donde las monarquías de Judá e Israel se describen como espiritualmente decadentes. El Estado, dicen los oradores, se convierte en una plataforma para la corrupción humana.
Jesús frente al sistema: una vida sin estructuras humanas
Jesús aparece en el momento más oscuro de la historia: bajo la dominación de Roma, la influencia helenística, y una religión judía cargada de legalismo. En ese contexto, Él no propone una reforma del sistema, sino un Reino alternativo. Predica un evangelio que se rige por la ley del Espíritu y no por la ley de los hombres. Jesús no necesita el aparato estatal para transformar vidas.
Miles lo siguieron porque encontraban en su propuesta una libertad real. Tan subversiva era su vida que el poder político lo acusó de sedición. Pero Jesús nunca llamó a la violencia ni a la revolución, sino a vivir bajo un gobierno superior: el del Reino de Dios.
Estado y religión: estructuras paralelas que controlan al hombre
Un punto fuerte de la charla es la comparación entre el Estado moderno y la religión institucional. Ambas estructuras, según Javi y Ramón, siguen la misma lógica: imponer normas desde fuera, controlar el pensamiento y exigir obediencia. Se ejemplifica con el diezmo, que originalmente era una forma voluntaria de adoración, pero que las religiones convirtieron en un impuesto obligatorio.
Este paralelismo muestra que tanto la religión como el Estado se convierten en sistemas de opresión cuando desplazan a Dios. La espiritualidad verdadera no necesita intermediarios autoritarios, sino una relación directa entre el individuo y su Creador.
Del templo interior al edificio institucional
David quería construir un templo, pero Dios le respondió que Él mismo haría una casa en David. El verdadero templo es el hombre lleno del Espíritu. Sin embargo, Salomón construye el templo físico, institucionalizando así la religión. Esto marca una transición crucial: de una experiencia vivencial con Dios a una estructura visible, fija y manipulable.
Ramón señala que esa tendencia persiste hoy. En lugar de ser nosotros el templo del Espíritu, buscamos estructuras físicas que sustituyen la vida espiritual genuina. Es más cómodo delegar la fe a otros que vivirla con libertad y responsabilidad.
El Estado moderno: del servicio al control total
En tiempos recientes, el Estado ha evolucionado hacia un sistema que vigila, regula y absorbe todas las áreas de la vida: salud, educación, economía, incluso moralidad. Bajo la bandera de la seguridad y el bien común, el ciudadano cede su libertad. Tecnologías como el reconocimiento facial, el control financiero y la censura digital aumentan este control.
Pero, como se advierte en la tertulia, el problema no es solo técnico: es espiritual. Cuanto más fuerte es el Estado, más débil es el individuo. Donde debería haber dignidad y autodirección, hay dependencia y sumisión. El ideal cristiano es justo lo contrario: un hombre libre, guiado por el Espíritu.
La falsa promesa de la democracia sin discernimiento
La democracia se basa en la participación informada de una ciudadanía libre. Pero si la gente está desinformada, adoctrinada y pasiva, la democracia se convierte en tiranía de la mayoría. El pueblo no elige con sabiduría, sino bajo manipulación.
Desde la visión bíblica, la verdadera sabiduría viene de Dios. Solo una persona guiada por Él puede participar activamente en la sociedad sin ser arrastrada por el sistema. Sin esa guía, la democracia pierde su valor.
El modelo alternativo: una comunidad libre y operativa
El testimonio de los ponentes muestra que es posible otra forma de vida. Su ministerio creció de forma radical, no por someterse al sistema, sino por vivir el Evangelio literalmente. Compartir los bienes, rechazar la vanidad, vivir por fe, sin buscar reconocimiento: esa es la fórmula que atrajo a miles y transformó vidas.
Este crecimiento no se debe a estrategias humanas, sino al poder del Espíritu obrando en libertad. La clave fue no imponer estructuras humanas, sino permitir que cada individuo desarrollara sus dones según la guía de Dios.
Control vs. servicio: ¿quién manda a quién?
La charla también analiza el liderazgo. Hay dos tipos: el que impone y el que sirve. El primero se basa en autoridad institucional; el segundo, en respeto ganado. Jesús lideró sirviendo. Cualquier estructura, sea estatal o eclesiástica, que no siga ese modelo, tiende a la corrupción.
Un verdadero líder cristiano no manipula ni se deja manipular. Promueve la libertad, fomenta el crecimiento de los demás y reconoce el valor de cada persona como hijo de Dios.
Jesús venció al mundo: la semilla de un Reino eterno
La conclusión es clara: Jesús venció al mundo. No por destruirlo físicamente, sino por introducir un germen espiritual que sigue transformando corazones. Frente a un sistema que oprime, Jesús ofrece libertad; frente a un Estado que controla, Él propone un Reino que eleva la dignidad del hombre.
Ramón y Javi cierran la charla con una oración profunda, pidiendo que el Reino de Dios se extienda en la tierra a través de hombres y mujeres libres, guiados por el Espíritu, y no sometidos a sistemas que niegan su propósito eterno.