El Poder de la Palabra de Dios // Miguel Díez

El Poder de la Palabra de Dios // Miguel Díez

A través de las Escrituras, Miguel nos enseña que la Biblia no es solo un libro de historias, sino una verdad viva y eficaz que transforma vidas.

La Biblia no es una religión, es la verdad

Muchos buscan en las religiones un camino hacia Dios, pero la Biblia no es una religión, sino la verdad revelada. Ninguna religión cuenta los errores de sus dirigentes, pero la Biblia expone las fallas de reyes, profetas y sacerdotes. Por ejemplo, relata claramente los errores de Aarón, el primer sumo sacerdote, y de Moisés, quien desobedeció a Dios cuando golpeó la roca en lugar de hablarle, razón por la cual no pudo entrar en la Tierra Prometida. Dios no busca religiones, sino una relación con sus hijos a través de Su Palabra.

Jesús, la única puerta de salvación

El mundo ofrece muchas puertas para la salvación, pero Jesús dijo claramente: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo” (Juan 10:9). No se trata de rituales ni de tradiciones, sino de entrar en una relación personal con Él. Jesús es la única vía de acceso a Dios, como se evidencia en la historia del Jubileo católico, donde se dice que al pasar por una puerta de una catedral se obtiene perdón de pecados. Sin embargo, la Biblia deja claro que solo a través de Cristo hay salvación.

La Palabra de Dios es viva y eficaz

La Biblia no es solo un libro de historias, sino que tiene poder para transformar vidas. Como dice Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Su poder es tal que nos redarguye, nos poda y nos perfecciona, separando el bien del mal y llevándonos al arrepentimiento. Nos ayuda a abandonar el pecado y a anhelar la santidad, pues Dios nos ha mandado a ser santos como Él es santo.

La fe viene por el oír

La fe no surge de la nada, sino de la Palabra de Dios. Romanos 10:17 nos enseña: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Lo que escuchamos moldea nuestra fe y nuestra vida. Debemos tener cuidado con lo que permitimos entrar en nuestros oídos y corazones. Así como una oveja con un insecto en el oído se desespera y golpea su cabeza contra la pared, nosotros debemos limpiar nuestros oídos con el aceite del Espíritu Santo para no caer en engaños ni aceptar mentiras del enemigo.

La Biblia es históricamente confiable

A lo largo de la historia, la Biblia ha demostrado su veracidad. Descubrimientos arqueológicos, como los rollos del Mar Muerto y las ruinas de Jericó, confirman los relatos bíblicos. Isaías 40:8 declara: “La hierba se seca, la flor se marchita; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”. La arqueología ha mostrado que las murallas de Jericó no cayeron hacia adentro, como sucede en una invasión, sino hacia afuera, lo que demuestra la intervención sobrenatural de Dios cuando los israelitas rodearon la ciudad tocando las trompetas.

Profecías cumplidas, una prueba de su divinidad

Dios ha revelado el futuro a través de Su Palabra. Isaías 46:9-10 dice: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos, porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio y desde la antigüedad lo que aún no era hecho”. La Biblia contiene profecías que se han cumplido con precisión, como la destrucción del templo de Jerusalén o el nacimiento del Mesías en Belén. Además, las profecías sobre el arrebatamiento de la iglesia y la gran tribulación aún están por cumplirse, y es vital escudriñar la Palabra para estar preparados.

La Palabra de Dios nos santifica

Dios nos llama a la santidad, y es a través de Su Palabra que somos transformados. Juan 17:17 dice: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. La Biblia nos corrige, nos redarguye y nos guía para vivir una vida conforme a la voluntad de Dios. Como Abraham, quien obedeció sin cuestionar cuando Dios le pidió que sacrificara a Isaac, debemos someternos a la voluntad divina. Aunque Abraham no era perfecto, pues en momentos de debilidad mintió diciendo que su esposa era su hermana, Dios lo llamó el padre de la fe.

La misión de cada creyente

Dios nos llama a proclamar Su Palabra. Marcos 16:20 nos dice: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”. Cada creyente tiene el deber de compartir las buenas nuevas y vivir conforme a la verdad de Cristo. Dios sigue confirmando Su Palabra con señales y prodigios, sanando enfermos, liberando a los cautivos y obrando milagros, tal como lo hace en retiros espirituales donde muchas personas son sanadas y restauradas.

Que la Palabra habite en nosotros

Colosenses 3:16 nos exhorta: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría”. No basta con leer la Biblia, sino que debemos atesorarla en nuestros corazones y vivir de acuerdo con ella. Como un padre que educa a su hijo, Dios nos disciplina y corrige con Su Palabra para que no nos desviemos. Nos llama a ser luminares en este mundo y a proclamar la verdad con valentía.

La Palabra de Dios es la verdad absoluta que ilumina nuestro camino. Vivamos según sus principios y experimentaremos la vida abundante que Cristo prometió. ¡Amén!

Miguel Díez

Presidente de la ONG Remar Internacional y la iglesia Cuerpo de Cristo.

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