Donde más se pierde el dominio propio // Miguel Díez
La importancia del dominio propio
En una sociedad donde la impulsividad y la falta de control son cada vez más comunes, el dominio propio se convierte en una virtud esencial. Vivimos en un mundo donde las palabras ofensivas, las reacciones impulsivas y la falta de control emocional están a la orden del día. Sin embargo, la Biblia nos enseña que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo y una herramienta clave para nuestra vida cristiana.
Una virtud dada por Dios
El apóstol Pedro nos dice en 2 Pedro 1:3-8 que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir en santidad, incluyendo el dominio propio. Sin la intervención del Espíritu Santo, es imposible que un ser humano tenga un verdadero control sobre su cuerpo, alma y espíritu.
La Escritura nos llama a añadir a nuestra fe virtudes como el conocimiento, la paciencia y la piedad, pero el dominio propio es el centro de todas ellas. Sin él, es imposible desarrollar una vida cristiana plena y fructífera.
El dominio propio y nuestra lengua
Uno de los principales desafíos en la vida cristiana es controlar nuestra lengua. Santiago 3 nos advierte sobre el poder de las palabras y cómo pueden ser utilizadas para bendecir o para destruir. Muchas veces, lo que decimos puede encender conflictos, afectar nuestra relación con Dios y con los demás, e incluso reflejar el estado de nuestro corazón.
Jesús nos llama a vigilar nuestra boca y a ser conscientes del impacto de nuestras palabras. Solo con el dominio propio podemos hablar con sabiduría, amor y prudencia, edificando en lugar de destruir.
No ser esclavos de nada
1 Corintios 6:12 nos recuerda que todas las cosas nos son lícitas, pero no todas convienen, y que no debemos ser dominados por nada. En la vida diaria, muchos caen en esclavitudes como el descontrol en la alimentación, la ira, la avaricia, la pornografía y otras formas de pecado.
Dios no nos ha llamado a ser esclavos de nuestros impulsos ni de nuestras emociones. Nos ha dado la capacidad, a través del Espíritu Santo, de vivir en libertad y en obediencia a Su voluntad. El dominio propio es la clave para no ser gobernados por nuestros deseos, sino por la dirección de Dios.
La prudencia y el dominio propio
La prudencia y el dominio propio van de la mano. Proverbios 16:21-23 nos enseña que el sabio de corazón es prudente y que la dulzura de labios aumenta el saber. Ser prudentes significa pensar antes de hablar y actuar con sensatez.
Jesús nos enseñó a ser “prudentes como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). Esto implica saber cuándo hablar, cuándo callar y cuándo actuar con sabiduría en medio de un mundo lleno de engaños y tentaciones.
Oración para desarrollar el dominio propio
Si reconocemos que necesitamos más dominio propio en nuestra vida, podemos pedirle a Dios que nos lo conceda. Solo Él puede darnos la fortaleza para vencer nuestras debilidades y ayudarnos a vivir de acuerdo con Su voluntad.
Que nuestra oración sea: “Señor, dame dominio propio. Ayúdame a tener control sobre mis palabras, mis pensamientos y mis acciones. Que nada ni nadie me esclavice, sino que pueda vivir en tu libertad y gracia. Amén.“
Miguel Díez es director de la ONG Remar y fundador de la iglesia Cuerpo de Cristo con obra e iglesias en 72 países.