El Pecado: Lo Que Poco Se Predica // Miguel Díez
El mensaje del Evangelio nos llama a enfrentar verdades fundamentales que a menudo son relegadas en el discurso moderno, incluso entre los cristianos. Términos como “Jesucristo”, “pecado”, “condenación” e “infierno” no deben ser sustituidos por expresiones suaves como “error” o “desliz”. El pecado es una realidad que solo puede ser tratada mediante el arrepentimiento y el sacrificio de Jesucristo.
La Misión del Espíritu Santo
En Juan 16:5-11, se revela el papel crucial del Espíritu Santo. Su misión incluye convencer al mundo de pecado, justicia y juicio. El pecado expone nuestra necesidad de arrepentimiento. La justicia es manifestada en la ascensión de Cristo al Padre, quien nos justificó con su sacrificio. Finalmente, el juicio nos recuerda que Satanás ha sido vencido, y la victoria es segura para quienes confían en Jesucristo.
El Pecado No Es Un Error: Es Maldad
El pecado no es simplemente un “error humano”; es maldad que va en contra de la santidad y la voluntad de Dios. No se puede redefinir ni justificar. Solo a través de Jesucristo podemos hallar perdón y redención. El arrepentimiento sincero es la única respuesta adecuada al pecado.
La Incredulidad: El Mayor de los Pecados
Negar o no creer en Jesucristo es despreciarlo y rechazar su obra salvadora. La incredulidad es el mayor de los pecados porque cierra el corazón al único camino hacia la salvación. Creer en Él implica aceptar y obedecer todas sus enseñanzas, sin compromisos ni medias verdades.
La Lucha Contra la Carne
La sociedad moderna, influenciada por filosofías como las de Freud, promueve la satisfacción carnal como un ideal. Sin embargo, ceder al pecado esclaviza y destruye nuestra conciencia. La verdadera libertad se encuentra en resistir la carne y vivir guiados por el Espíritu de Dios.
Inteligencia Espiritual: Vivir en Santidad
El pecado es destructivo y autodestructivo; no es una elección inteligente. Dios nos llama a usar la inteligencia espiritual para resistir la tentación y caminar en santidad. Jesucristo nos ofrece la victoria sobre el pecado, la justicia y el juicio, permitiéndonos vivir una vida plena en su voluntad.
La Raíz del Pecado y la Necesidad de Morir a Él
Desde el pecado original, toda la humanidad ha heredado una naturaleza pecaminosa. Cristo vino al mundo para vencer el pecado, la muerte y a Satanás. Solo al morir al pecado y al ego podemos experimentar la libertad que Él ofrece.
Dos Caminos: Morir al Pecado o Morir en el Pecado
Jesús fue claro al decir: “Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba”. Cada persona enfrenta una elección: morir al pecado para vivir con Cristo o permanecer en el pecado y enfrentar la condenación eterna. Aunque la muerte física es inevitable, la vida eterna es el regalo de Dios para quienes eligen seguir a Cristo.
La Obra de Cristo: Justificación y Redención
El sacrificio de Jesucristo fue un acto voluntario de amor, no un suicidio. Mediante su muerte y resurrección, Él nos justificó y nos redimió. La gracia de Dios nos permite ser liberados de la maldición del pecado y de la condenación de la ley.
Vivir en Renuncia y Obediencia
El camino de la fe implica una vida de renuncia al ego y de obediencia a Cristo. La desobediencia al Evangelio es pecado, pero el Espíritu Santo puede transformar nuestras vidas si le permitimos actuar. Siguiendo el ejemplo de humildad de Jesús, podemos vivir en obediencia y mansedumbre.
Jesucristo: El Cordero de Dios
Jesucristo es el sacrificio definitivo, simbolizado en Yom Kipur. Su sangre quita el pecado del mundo y manifiesta la justicia de Dios. La paciencia y la gracia divina son ofrecidas a todos los que se arrepienten y confían en Él.
Aplicación Práctica: Vivir Para Cristo
El llamado es claro: solo Cristo puede quitar el pecado. Ni las buenas obras ni la religión son suficientes. Vivir para Cristo significa morir al mundo, depender de Él y dejar que su Espíritu nos guíe en cada área de nuestra vida.
Versículo Central:
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Miguel Díez es presidente de la ONG Remar Internacional y pastor principal de iglesia Cuerpo de Cristo en 72 países. También autor de varios libros proféticos.