Las Matemáticas de Dios: ¿Sumas, restas, multiplicas o divides? // Miguel Díez

Las Matemáticas de Dios: ¿Sumas, restas, multiplicas o divides? // Miguel Díez

La vida cristiana no está exenta de lógica, orden y propósito. Todo lo que Dios hace tiene una estructura, y esa estructura incluye principios espirituales que pueden entenderse también desde una perspectiva tan sencilla y profunda como las matemáticas. Sumar, restar, multiplicar y dividir: cuatro operaciones básicas que reflejan cuatro maneras distintas de caminar con Dios… o de apartarse de Él.

Las cuatro matemáticas de Dios

Miguel Díez, en una de sus predicaciones, expone cómo el Creador ha dejado su sabiduría matemática impresa en cada aspecto de la vida. Desde la música, que fluye con armonías matemáticamente perfectas, hasta el cosmos, cuya precisión es incuestionable. Dios no es autor de confusión, sino de orden.

Sumar: ¿Qué estás añadiendo a tu vida?

Sumar no es solo juntar cantidades, también es añadir valores. Hay quienes suman maldad, egoísmo, avaricia. El diablo también suma, junta sus huestes para hacer daño. Pero en Cristo, se puede sumar generosidad, frutos, amor y verdad. ¿Estás sumando bendición a tu entorno o estás sumando confusión, crítica o queja?

Restar: Quitar para crecer

El enemigo también resta. Resta la paz, la fe, la esperanza. Pero Dios también resta, y lo hace con propósito. Él poda, corrige, limpia. Nos resta las viejas costumbres, los pecados, las actitudes que impiden crecer. Restar es necesario para multiplicar. Si no dejas que Dios reste en tu vida lo que estorba, Él no podrá sumarte lo nuevo.

Multiplicar: La operación que más le agrada a Dios

Dios dijo a Adán y Eva: “Creced y multiplicaos”. Repite esa orden a Noé y a sus hijos después del diluvio. La multiplicación es señal de vida, de bendición. Dios multiplica hijos espirituales, iglesias, dones, frutos. Multiplica el pan y los peces, el aceite y la harina. Multiplica la paz, el gozo, la fe. Es el matemático absoluto. No hay límite para Su provisión cuando le obedecemos.

Miguel Díez comparte con gratitud cómo Dios ha multiplicado su descendencia: hijos, nietos, bisnietos… todos sirviendo al Señor. Y más allá de la familia biológica, una multitud de hijos espirituales en todo el mundo. Porque la verdadera multiplicación no es de cuentas bancarias, sino de vidas transformadas por el Evangelio.

Dividir: No siempre es del diablo

Aunque comúnmente asociamos dividir con destrucción y conflicto, también puede tener su lugar en la estrategia divina. El mismo Pablo dividió la asamblea entre fariseos y saduceos para escapar de un complot. A veces, para salvar a alguien, hay que separarlo de una mala influencia. A veces hay que dividir a dos drogodependientes para que no se hundan juntos.

Pero Satanás también usa la división: divide familias, matrimonios, iglesias. Divide para vencer. Por eso hay que discernir. La división en Dios es estrategia; en el enemigo, es destrucción.

¿Qué estás haciendo tú?

¿Estás sumando bendición o pecado? ¿Estás dejando que Dios reste lo que te hace daño? ¿Estás multiplicando lo que Él te ha dado? ¿Estás dividiendo con sabiduría o con amargura?

Dios dijo a Abraham con 99 años: “Anda delante de mí y sé perfecto… y te multiplicaré en gran manera”. No se trata de perfección humana, sino del deseo sincero de ser moldeado por Dios. Él quiere cortar los prepucios del corazón, esas ramas secas que nos resistimos a entregar. Si se lo permitimos, Él hará Su obra perfecta.

La visión de un corazón multiplicador

Dios no ha cambiado. Su deseo es seguir multiplicando Su Reino. Y lo hace a través de aquellos que dicen: “Heme aquí, Señor”. Siembran la Palabra, oran por los perdidos, levantan discípulos, abren iglesias, ayudan al necesitado. Dan de lo que tienen, pero sobre todo de lo que son.

Como dice la Escritura: “El que siembra escasamente, escasamente segará; y el que siembra generosamente, generosamente segará”. ¿Quieres ver la multiplicación de Dios en tu vida? Entonces siembra. Da. Comparte. Evangeliza. Perdona. Ayuda. Sirve.

La verdadera herencia

Muchos quieren dejar una cuenta bancaria a sus hijos, pero lo que Dios quiere es que dejemos una herencia espiritual: hijos e hijas que le amen, familias enteras transformadas, generaciones que conozcan Su nombre. Dios quiere multiplicar tus años de vida, tu paz, tu fruto, tu llamado, tus recursos… pero todo para Su gloria, no para tu comodidad.

Multiplicarse no es solo tener más, es ser más para Dios. Más útiles, más puros, más llenos del Espíritu, más comprometidos con Su Reino.

Y tú, ¿sumas, restas, multiplicas o divides?

Miguel Díez Portada

Miguel Díez es presidente de la ONG Remar en 68 países y fundador de la iglesia Cuerpo de Cristo.

Conocer aquí la biografía de Miguel Díez

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