Pentecostés: Una Experiencia Real del Poder del Espíritu Santo

Pentecostés: Una Experiencia Real del Poder del Espíritu Santo

Introducción al Pentecostés y el Espíritu Santo

La festividad del Pentecostés nos recuerda la promesa del Padre de recibir poder de lo alto a través del Espíritu Santo. No debe ser solo una tradición, sino una experiencia viva que transforma la vida de cada creyente. El Espíritu Santo no es algo lejano ni mágico, sino una fuerza que actúa en lo profundo, otorgando poder para vencer el ego y lograr dominio propio. Al llenarnos con el Espíritu, recibimos frutos como la sabiduría, la ciencia y el amor, dones que no se alcanzan sin esta gracia. Además, el Espíritu nos da dones sobrenaturales —profecía, sanidad, ciencia— que nos ayudan a extender el reino de Dios en la tierra.

El Poder y la Santidad del Espíritu Santo

El poder del Espíritu Santo no solo está en los dones, sino también en la santidad y los frutos que reflejan la naturaleza divina. Los dones son irrevocables, pero el poder debe renovarse mediante una vida santa. No basta con conocimiento o intelectualidad; la experiencia espiritual debe ir acompañada de autenticidad y pureza. El hiperpentecostalismo es un problema donde se valoran los dones pero se descuida la santidad, causando desequilibrio. El poder verdadero radica en la santidad, y aunque algunos creyentes tienen doctrina correcta, no siempre experimentan plenamente el bautismo del Espíritu. Muchas veces falta un ministerio apostólico que lo imparta, o existen prejuicios que lo rechazan, incluso cayendo en resistencia al Espíritu Santo, que es un pecado grave. La acción del Espíritu se vive interiormente en santidad y exteriormente en dones, pero en ocasiones la religión se queda en discursos vacíos y espiritualidad sin vida.

La Necesidad de una Experiencia Pentecostal Auténtica y el Rol de los Profetas

La iglesia necesita una experiencia pentecostal auténtica para vivir en el Espíritu y dejar atrás la religión sin vida. Los profetas representan el ministerio pentecostal más claro porque manifiestan el poder de Dios. Como Ezequiel, profetizan para que el Espíritu renueve lo seco y muerto. Son enviados por Dios y a veces envían discípulos para cumplir tareas, como Eliseo con Jie. No siempre reconocen su llamado, pero son identificados por la comunidad. La profecía es hablar bajo inspiración para edificar, consolar y exhortar. Hay diferencia entre profetizar y ser profeta: el profeta siempre transmite el mensaje fielmente, vive en temor de Dios y en comunión profunda, sin buscar fama ni atención.

Verdaderos y Falsos Profetas: Austeridad y Temor de Dios

Los falsos profetas buscan fama y poder, pero el verdadero profeta renuncia a riquezas y vive en humildad y comunión con Dios. Por ejemplo, un profeta bíblico rechazó los tesoros de Amán, demostrando que la austeridad es parte de su llamado. La historia muestra que la desobediencia y la codicia pueden destruir el ministerio, como sucedió con Eliseo y su criado Jie, quien ocultó riquezas. El verdadero profeta es austero, temeroso de Dios y fiel en su misión, sin buscar fama ni reconocimiento humano.

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