Por GRACIA Sois Salvos “EXPLICACIÓN” // Daniel Del Vecchio
La Palabra de Dios en Efesios 2 nos confronta con una verdad poderosa y esencial: la salvación del alma es el asunto más importante en la vida del ser humano. En un mundo lleno de preocupaciones —salud, dinero, familia, trabajo— lo último que muchos consideran es su estado espiritual. Sin embargo, la Biblia nos enseña que estábamos muertos en delitos y pecados, y que solamente por la gracia de Dios hemos sido vivificados en Cristo.
Muertos, pero Vivificados por Cristo
Efesios 2:1 comienza con una declaración transformadora: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” Estábamos separados de Dios, ignorantes, indiferentes, arrastrados por el espíritu de este mundo —el príncipe de la potestad del aire, Satanás—, y vivíamos según nuestros propios deseos carnales. La naturaleza humana, aunque se crea moral o justa, está en rebelión contra Dios.
Pero Dios, en su misericordia, nos dio vida juntamente con Cristo. No porque lo mereciéramos, no porque cumpliéramos ciertos requisitos, sino porque Él nos amó con un amor eterno, un amor que se manifiesta en gracia.
La Gracia: Un Regalo Inmerecido
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8–9)
La gracia de Dios no es una recompensa ni un salario espiritual. Es un regalo inmerecido. Como dijo el profeta Oseas, “Os amaré de pura gracia.” (Oseas 14:4). No hay nada que podamos hacer para ganar la salvación: ni buenas obras, ni moralidad, ni sacrificios. Dios nos amó cuando no lo merecíamos y nos ofreció redención completa en Cristo.
¿Qué es la Salvación?
La palabra «salvación» en el griego incluye redención, sanidad, liberación, perdón y restauración. En Hechos 26, el Señor llama a Pablo a abrir los ojos de las personas para que se conviertan “de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios.” La salvación no es un cambio de religión; es una liberación espiritual, un paso del dominio de las tinieblas al reino de Dios.
Jesús mismo dijo: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). La salvación es el asunto eterno que define si pasamos la eternidad con Dios o separados de Él.
La Gracia que Transforma
Algunos malinterpretan la gracia como una excusa para vivir sin responsabilidad. Pero la gracia de Dios no solo salva, también enseña. Tito 2:11-12 dice que “la gracia de Dios se ha manifestado para salvación… enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.”
Quien recibe esta gracia vive agradecido y transformado. No por obligación, sino por amor y reverencia al Salvador. La gracia nos enseña cómo vivir, cómo renunciar al pecado, y cómo mantenernos fieles hasta el fin.
El Don que Hay que Recibir
La fe es la mano que recibe el regalo. Pero hasta la fe misma es un don de Dios. Muchos esperan sentirse dignos antes de buscar al Espíritu Santo, como si la gracia se ganara. Daniel del Vecchio testifica cómo, después de años de esfuerzo religioso, finalmente entendió que el Espíritu Santo es un regalo que se recibe con fe, no con mérito.
Como dice Mateo 7:11, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Conclusión: La Cosa Más Importante
Vivimos angustiados por muchas cosas que, en la eternidad, tendrán poco valor. Pero Dios quiere que pongamos primero el Reino y su justicia. Que gocemos no porque tengamos éxito, salud o posesiones, sino porque nuestros nombres están escritos en el libro de la vida (Lucas 10:20).
Hoy, puedes recibir ese regalo. No tienes que ser perfecto, solo necesitas creer y recibir. La salvación es por gracia, mediante la fe. Y esa gracia te enseña a vivir para Dios, te transforma, y te asegura una herencia entre los santificados.