La extraña selección de Dios
La selección de Dios es extraña, ya que no elige a los sabios, poderosos o nobles, sino a los necios, débiles y viles del mundo para avergonzar a los sabios y fuertes. El apóstol Pablo explica que lo que otros consideran necedad es la verdadera sabiduría de Dios. Él se regocija porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Dios selecciona instrumentos despreciados por el mundo para alcanzar sus propósitos y recibir toda la gloria. La elección divina es para que nadie pueda jactarse en su presencia, desafiando el orgullo y la excelencia humana.
La elección de Dios está compuesta por los humildes, pobres, iletrados y despreciados, y esto humilla a los orgullosos. Pablo utiliza su propia experiencia como ejemplo de esta elección.
La soberanía y el propósito de la elección
La elección de Dios es una demostración de su soberanía, ya que Él determina quién será salvo y quién no, no basándose en méritos humanos, sino en su propia voluntad y gracia. Algunos se pierden por su pecado y rechazo voluntario, mientras que otros reciben vida eterna por don de Dios.
La historia del Antiguo Testamento muestra cómo Dios ha escogido a personas y pueblos sin mérito alguno, como Abraham y David, y ha separado a Israel para cumplir su plan. Dios abate y ensalza según su voluntad, ejerciendo un gobierno absoluto sin violar su justicia.
La voluntad de Dios y la salvación
La salvación depende exclusivamente de la voluntad soberana de Dios, no de los deseos o esfuerzos humanos. Él es justo y amoroso, y tiene el derecho de elegir a quienes quiere para ser parte de su familia adoptiva.
La iglesia es el edificio espiritual que Dios construye con sus elegidos, quienes son seleccionados por el Maestro de obras. Cristo mismo ejerce soberanía al escoger a su Esposa, la iglesia, y sus miembros están registrados en el Libro de Dios.
La experiencia personal confirma la soberanía divina
Quienes han sido salvados reconocen que no podrían elegir a Dios por sí mismos, sino que la gracia divina les permitió responder. Sin esta gracia, la naturaleza humana volvería a pecar y alejarse de Dios.
La salvación es un don que mantiene Dios en el corazón del creyente, demostrando que la elección no depende de la voluntad humana, sino de la obra continua de Dios.
La elección de un pueblo que honra la cruz
Dios escoge a un pueblo humilde, necio y débil, considerado indigno por el mundo, para que Él reciba toda la gloria. Esta selección contrasta con la elección humana, que busca poder, sabiduría o nobleza.
El cristianismo se ha extendido a pesar de la debilidad y persecución de sus seguidores, demostrando que la debilidad de Dios es más poderosa que la fuerza humana.
La elección como acto de gracia y misericordia
Dios elige a los menospreciados, lo vil y lo débil, no por mérito sino por gracia. Su propósito es deshacer lo que parece fuerte y sabio según el mundo, mostrando que Él es soberano y misericordioso.
Este patrón se ha repetido a lo largo de la historia, donde lo considerado débil o sin valor ha prevalecido gracias al poder de Dios.
Ninguna carne se jacte en su presencia
El propósito final de la elección es que nadie pueda jactarse delante de Dios, pues todos somos carne y polvo. Dios derrama desprecio sobre toda carne que se enorgullece y sólo acepta a aquellos que reconocen su debilidad y necesidad de su misericordia.
Reconocer la propia pecaminosidad y postrarse ante Dios es el camino para reconciliarse con Él y vivir en su gracia.
Conclusión
La elección de Dios es un misterio que desafía la lógica humana. Dios escoge a los que el mundo desprecia para mostrar su poder y gloria. La verdadera sabiduría y fuerza están en Él, y nuestra única esperanza es humillarnos y confiar en su misericordia.