¿Qué dice Dios sobre la ciencia? // Predicación Miguel Díez
La ciencia sin Dios es un instrumento del anticristo
La ciencia, cuando no es inspirada por Dios, termina siendo usada por Satanás. Hoy vemos cómo la inteligencia artificial —que podría ser una gran bendición— está siendo convertida en un sistema de control y manipulación. Cada paso que das está vigilado. Cada palabra que pronuncias puede ser usada en tu contra. Este sistema no está diseñado para el bien común, sino para preparar el terreno del anticristo.
En lugar de liberar, esta ciencia esclaviza. Es la infraestructura tecnológica de un nuevo orden mundial que ya está denunciando, calumniando y persiguiendo a los que se oponen a sus valores. El mismo espíritu de control que operó en gobiernos totalitarios del pasado ahora se disfraza de progreso y tecnología. No nos engañemos: si la ciencia no es dirigida por Dios, ¿quién la está dirigiendo?
El motor de la falsa ciencia: poder, dominio y codicia
La ciencia del mundo moderno no tiene amor a Dios ni al prójimo. Está movida por una obsesión insaciable de dinero. “Dinero, dinero, dinero”, repiten los laboratorios, las farmacéuticas, los gobiernos y muchos científicos. La investigación ya no busca curar, sino lucrar. Los descubrimientos no nacen del amor, sino de la ambición.
Y cuando la ciencia busca el poder por encima del servicio, termina siendo diabólica. Se convierte en una herramienta de dominio para “estrujar” al ser humano, para esclavizarle. Esta ciencia produce elitismo, explotación, y desprecio por la vida humana. Hemos llegado al punto en que se justifica el aborto, la eutanasia o las manipulaciones genéticas como avances científicos. ¿Qué ciencia es esa que mata? Solo una ciencia sin temor de Dios.
La Biblia lo advirtió: cuidado con la ciencia falsa
Pablo fue claro en su carta a Timoteo:
“Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe”
(1 Timoteo 6:20–21)
Muchos han abandonado la fe por seguir razonamientos científicos que aparentan lógica pero niegan al Creador. Darwin, al visitar las Galápagos, fue avanzando en su teoría de la evolución. No buscaba la gloria de Dios, sino fama, reconocimiento, dinero. Y esa “teoría” —que no es ni comprobable ni coherente— se convirtió en una doctrina satánica que ha llevado a millones a negar a Dios.
Pensar que el universo salió de una explosión de una partícula sin creador, es una fantasía digna de la mitología. Esa idea de que del azar surgió una célula que se convirtió en pez, luego en anfibio, luego en reptil, en mono y finalmente en hombre, es una fábula moderna. El que cree eso es porque ha decidido negar a Dios, no por falta de evidencia, sino por soberbia.
Dios no se revela al sabio orgulloso, sino al humilde
El problema del mundo moderno no es la falta de conocimiento, sino la falta de humildad. Stephen Hawking, considerado uno de los científicos más brillantes, llegó a decir que “debe haber un Dios”. Pero como no pudo encontrarlo con su razón, concluyó que no existe. ¡Qué arrogancia! Porque no lo ha encontrado él, entonces Dios no puede existir.
“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”
(Santiago 4:6)
El humilde dice: “Señor, no entiendo nada… enséñame”. Y a ese, Dios le revela su existencia, su presencia y su plan eterno. Porque el que se humilla será exaltado. El que se rinde, recibe revelación. Pero el que cree que sabe todo, nunca conocerá nada de lo eterno.
La ciencia del Espíritu Santo transforma lo que la ciencia del mundo no puede
¿Qué ha logrado la psicología con los drogadictos? ¿Qué ha hecho la pedagogía con los delincuentes? Poca cosa. Pero el Espíritu Santo ha transformado miles de vidas en nuestros centros. Asesinos, traficantes, vagabundos… transformados en hombres de paz. Esto no es teoría, es experiencia.
“No es con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová”
(Zacarías 4:6)
La ciencia del Espíritu Santo no es académica, es sobrenatural. No se enseña en universidades, se recibe en oración. No requiere títulos, sino corazones rendidos. Es la ciencia que cambia lobos en corderos.
Dios da ciencia práctica para su Reino
En Éxodo 31 encontramos que Dios no solo da sabiduría espiritual, sino también práctica:
“Y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte…”
(Éxodo 31:3)
¿Para qué? Para construir el tabernáculo, para trabajar el oro, la plata, la madera. Hoy necesitamos lo mismo: carpinteros, herreros, músicos, diseñadores, médicos, abogados… hombres y mujeres llenos del Espíritu para edificar el Reino.
Pero muchos usan su talento para enriquecerse o servirse a sí mismos. ¿Para quién trabajas tú? Porque si tu don no sirve a Cristo, terminará sirviendo al mundo, al ego o al diablo. Dios te dio esa capacidad, y te la pedirá.
La sabiduría profética es la ciencia más elevada
La mayor ciencia es la que el Espíritu Santo revela directamente:
“Hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”
(1 Corintios 2:7)
Esta ciencia no se adquiere en libros, se recibe en oración. Yo he recibido revelaciones proféticas por más de 45 años que se han cumplido al pie de la letra. Dios muestra cosas futuras, guía decisiones, da entendimiento que ninguna universidad puede enseñar.
Y eso es accesible a todo hijo de Dios que se humilla, ora y escucha.
La religión puede ser una ciencia falsa
Durante siglos, la humanidad ha confundido religión con verdad. La religión sin Espíritu Santo se convierte en un sistema que manipula, esclaviza y cierra el camino a la verdadera revelación de Dios. Jesús no tuvo las palabras más duras para los pecadores, sino para los religiosos. Él denunció a los intérpretes de la ley, a los escribas y fariseos, no por su conocimiento, sino por su corazón endurecido.
“¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! Porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis”
(Lucas 11:52)
¿Qué significa quitar la llave de la ciencia? Significa cerrarle a la gente la posibilidad de conocer a Dios por revelación directa. Significa reemplazar la comunión con Dios por normas. Significa enseñar dogmas humanos como si fueran mandamientos divinos. Religiones que afirman tener la verdad pero no tienen poder para liberar, no pueden sanar el alma ni transformar el corazón.
Incluso dentro del mundo evangélico vemos este fenómeno. Movimientos que colocan la teología por encima de la Palabra revelada, que repiten fórmulas, pero no viven en la unción del Espíritu. ¿De qué sirve un conocimiento muerto que no te lleva a amar más a Cristo ni a obedecerlo más? La religión sin vida no es ciencia divina, es tradición vacía.
¿A quién enseña Dios su ciencia?
Uno puede preguntarse: ¿por qué algunos reciben sabiduría divina y otros no? La respuesta está en Isaías:
“¿A quién se enseñará ciencia? ¿A quién se hará entender doctrina? A los destetados, a los arrancados de los pechos”
(Isaías 28:9)
Dios revela su ciencia a los pequeños, a los humildes, a los que no presumen de sabiduría. Los que dependen completamente de Él, como un niño depende de su madre. Jesús también lo dijo:
“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las revelaste a los niños”
(Mateo 11:25)
En los campamentos de niños que organizamos, he visto cómo los pequeños entienden, oran, interceden y reciben del Espíritu. ¿Por qué? Porque no tienen prejuicios, no han sido contaminados con incredulidad. Mientras tanto, adultos llenos de orgullo y religión se quedan vacíos, porque no se han despojado de su autosuficiencia.
Si quieres recibir la ciencia divina, primero tienes que ser destetado del mundo, de tu orgullo, de tu confianza en la carne. Solo así Dios podrá darte su sabiduría revelada.
Amar a Dios activa los dones, no el esfuerzo humano
La religión enseña que tienes que hacer muchas cosas para agradar a Dios: servir, esforzarte, sacrificarse… Pero el Evangelio enseña que lo primero es amar. El amor es la fuente de todo servicio genuino. El amor es el motor del Reino.
“El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”
(1 Juan 4:7)
Dios no está buscando obreros que trabajen como esclavos. Está buscando hijos que le amen. Cuando le amas, los dones se activan. El Espíritu fluye. No necesitas empujarte en tus fuerzas. No necesitas impresionar a nadie. Solo necesitas rendirte, amarle, y dejar que su poder actúe a través de ti.
Yo mismo he vivido esto: cuando me rindo, Dios provee. Cuando amo, Él actúa. El que trabaja por esfuerzo humano se agota; pero el que trabaja por amor, se renueva día a día. El salario de Dios no es solo material —aunque nunca falta—, sino paz, gozo, libertad, sabiduría, y presencia.
Dios da ciencia en todas las áreas de la vida
Muchos creen que la Biblia solo sirve para el alma, pero no para la vida diaria. ¡Mentira! Dios quiere guiarte en todo: tu salud, tus finanzas, tu trabajo, tu familia, tu matrimonio, tu ministerio. Él tiene ciencia específica para cada necesidad práctica.
“Recibid mi enseñanza, y no plata; y ciencia antes que el oro escogido”
(Proverbios 8:10)
Hay quienes buscan plata, éxito, negocios… pero no buscan la ciencia de Dios. Y luego se arruinan. Pero el que busca la sabiduría del cielo encuentra guía para administrar, sembrar, edificar y prosperar con propósito.
Yo he visto cómo Dios nos ha dado revelaciones para tratamientos naturales de salud. He visto cómo hemos podido edificar colegios, talleres, carpinterías y hasta industrias sociales gracias a ideas que vinieron del Espíritu. No fue por títulos, fue por comunión con Dios.
Él tiene ciencia para crear, diseñar, construir, sanar, y dirigir… si le escuchas.
El principio de la ciencia es el temor de Dios
Ningún conocimiento es verdadero si no parte del temor del Señor. El temor de Dios no es miedo, es reverencia, respeto profundo, rendición total. Es odiar lo que Él odia y amar lo que Él ama.
“El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco”
(Proverbios 8:13)
No se puede recibir ciencia divina viviendo en pecado. No puedes oír a Dios si amas la mentira, si justificas la inmoralidad, si aceptas lo que Él rechaza. El que quiere sabiduría tiene que primero arrepentirse, limpiarse, y caminar en santidad. El Espíritu Santo no derrama su conocimiento en vasos sucios.
Es por eso que vemos tantas mentes brillantes perdidas, y tantos humildes siervos llenos de revelación. Porque lo que el mundo llama sabiduría, Dios lo considera necedad; y lo que el mundo desprecia, Dios lo usa para avergonzar a los poderosos.
Conclusión: Vuelve al árbol de la vida
Hoy muchos comen del árbol del conocimiento del bien y del mal —la falsa ciencia, los medios, las redes, la religión muerta— y se intoxican con argumentos, debates, ideologías y datos. Pero hay otro árbol: el árbol de la vida, que es Cristo mismo.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
(Mateo 11:28)
Dios quiere darte sabiduría, paz, revelación, descanso, dirección. Él quiere darte ciencia verdadera para tu alma y tu vida entera. Pero no la recibirás en YouTube, ni en WhatsApp, ni en los medios corrompidos por la inteligencia artificial. La recibirás en oración, en adoración, en la Palabra, en comunión con el Espíritu.
Deja la ciencia sin Dios. Rechaza la religión sin vida. Renuncia al orgullo de este mundo. Busca la sabiduría que desciende del cielo.

Miguel Díez es presidente de la ONG Remar en 68 países y fundador de la iglesia Cuerpo de Cristo.

