Jesucristo: Somos salvos por gracia
Muertos en delitos y pecados
El apóstol Pablo enseña en Efesios que antes de conocer a Cristo estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. No se trataba solo de una muerte simbólica, sino espiritual y total. La palabra “delito” en griego es paraptóma, que significa caer fuera del camino, desviarse de la verdad. El pecado, por su parte, es errar el blanco. Esa era nuestra condición: lejos de Dios, esclavos del pecado y destinados a la separación eterna.
La corriente de este mundo
Antes de Cristo seguíamos la corriente del mundo y vivíamos bajo la influencia del príncipe de la potestad del aire. No buscábamos las cosas espirituales porque nuestro interior estaba muerto. El espíritu del mundo se resume en el deseo de la carne, el deseo de los ojos y la vanagloria de la vida. Todo lo que aparentaba nobleza o bondad en nosotros carecía de verdadero contenido espiritual.
Hijos de desobediencia
Pablo no se refiere solo a actos de rebeldía, sino a una naturaleza heredada. Éramos hijos de desobediencia, portadores del mismo espíritu maligno que opera activamente en el mundo. Esa influencia empuja a los hombres a desobedecer a Dios y a vivir lejos de Su voluntad. Sin Cristo estábamos bajo la ira, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero Dios
Esta frase cambia toda la historia. Estábamos muertos, pero Dios. Éramos rebeldes, pero Dios. Esclavos del enemigo, pero Dios. A pesar de nuestro pecado y nuestra miseria espiritual, Dios nos amó. No nos salvó por lo que vio en nosotros, sino a pesar de lo que vio. Su misericordia se levantó por encima de nuestra condenación.
Rico en misericordia
Dios es rico en poder, sabiduría y gloria, pero también es rico en misericordia. Nos dio vida juntamente con Cristo y nos resucitó espiritualmente. La resurrección de Jesús hizo posible nuestra resurrección. Donde otros ven un cadáver, Dios ve un hijo redimido. Donde la muerte parecía final, Él abrió la puerta a la vida eterna.
Sentados con Cristo
No solo fuimos librados del pecado, sino que también fuimos exaltados con Cristo. Pablo declara que ahora estamos sentados en lugares celestiales. Esta es una verdad espiritual profunda: ya no caminamos en la oscuridad porque hemos sido trasladados a la luz y a la posición de hijos adoptados por gracia.
Por gracia sois salvos
La salvación no es mérito humano ni recompensa por obras. Es un regalo inmerecido, dado por amor, recibido por fe. No podemos comprarla ni ganarla, solo aceptarla. Este es el evangelio: estábamos muertos, pero Dios nos dio vida en Cristo.

