El amor de un padre // Devocional Diario con Derek Prince
La familia de Dios es la mejor familia que podemos tener. Aunque en esta vida terrenal podamos sentirnos rechazados o descuidados por nuestra propia familia, Dios nos ama, nos acepta y nos favorece con Su gracia abundante. Su amor nos rodea en todo momento, y todo lo que Él hace gira alrededor de Sus hijos.
Jesús oró por Sus discípulos y por todos aquellos que vendrían después, para que tuvieran una relación con Dios como su Padre. Su deseo era que experimentáramos la cercanía y el amor del Padre celestial.
«Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos.»
(Juan 17:25-26)
Jesús vino a revelar a Dios como Padre, y sigue haciéndolo hoy a través de cada creyente. Su propósito es que el mismo amor con que Dios amó a Jesús esté también en nosotros, y que nosotros permanezcamos en Él. No somos extraños ni lejanos para Dios; somos amados con el mismo amor eterno que Él tiene por Su Hijo.
Dios nos ama con un amor perfecto, y en Su gracia nos ha dado la capacidad de amarlo a Él de la misma manera que Jesús lo ama. No se trata de un esfuerzo humano, sino de la presencia de Cristo en nosotros, permitiéndonos experimentar y reflejar ese amor divino.
Como parte de la familia de Dios, vivamos con la certeza de que somos aceptados, amados y llamados a compartir ese amor con el mundo. En Dios encontramos nuestra verdadera identidad y propósito, y en Su amor hallamos plenitud y seguridad eterna.